Rocío Angeles García Becerra es Bióloga, Maestra y Doctora en Ciencias Biológicas por la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente es Investigadora del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIB) de la UNAM donde dirige proyectos de investigación enfocados al restablecimiento de las terapias contra el cáncer de mama mediante el uso de compuestos naturales y moduladores epigenéticos. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, tutor de Maestría y Doctorado en Ciencias Biológicas, Bioquímicas y Biomédicas de la UNAM y pertenece al Programa de Cáncer de Mama del IIB.
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En la mujer el cáncer más frecuente es el de mama; desafortunadamente, en México el número de casos nuevos y la tasa de mortalidad por cáncer de mama han ido en aumento.
Múltiples factores han sido asociados con el riesgo de padecer cáncer de mama, alrededor del 5 al 10% de todos los cánceres mamarios pueden atribuirse a una mutación genética heredada, el resto se asocia generalmente con factores ambientales, reproductivos y de estilo de vida, incluidos el consumo habitual de alcohol y tabaco, los patrones de alimentación poco saludables y la obesidad.
Uno de los factores ambientales, que se relaciona con la predisposición al desarrollo de cáncer de mama, es la exposición a algunos compuestos químicos, el más conocido el bisfenol A, o BPA, que se utiliza para fabricar ciertos plásticos como botellas de agua o recipientes que almacenan alimentos y bebidas.
Respecto al riesgo asociado con factores reproductivos, que en general se relacionan con el tiempo de exposición de los estrógenos en la vida de la mujer, se encuentran, el inicio temprano de la primera menstruación (<12 años), la edad en el primer parto (>28 años), menopausia tardía (>50 años), el número de los alumbramientos (<3 partos) o no haber tenido hijos, periodo corto de lactancia materna (<3 meses) o no haber amamantado; así como, el uso de pastillas anticonceptivas y de terapia de reemplazo hormonal durante un periodo de tiempo largo.
La edad es otro factor de riesgo, el número de casos nuevos de cáncer de mama incrementa con este parámetro, aunque en la menopausia la tasa de aumento es más lenta. Desafortunadamente, un porcentaje importante de todos los carcinomas de seno se presentan antes de los 50 años (45.5%), el grupo de edad más frecuentemente afectado es el de 40 a 49 años (29.5%), mientras que los de 30 a 39 y de 60 a 69 años tienen un porcentaje menor de frecuencia (14%). En México, la edad promedio en las mujeres con carcinoma de seno es de 51 años, en contraste con las de los Estados Unidos y de los países europeos, que es de 63 años.
La obesidad aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de mama en mujeres pre y posmenopáusicas. Los malos hábitos alimenticios, caracterizados por la alta ingesta de azúcar, almidones refinados, grasas saturadas, grasas trans, así como el bajo consumos de ácidos grasos omega 3, antioxidantes naturales y fibra, están relacionados con mayor riesgo. Otro factor importante, que se ha mencionado en esta columna anteriormente, es la deficiencia de la vitamina D.
Algunas afecciones benignas (no cancerosas) de la mama, como la hiperplasia atípica, quistes simples, fibroadenomas y adenosis aumentan el riesgo de cáncer de mama. También, la alta densidad mamaria, determinada en las mamografías principalmente por la proporción entre la grasa y el tejido fibroglandular, se asocia con un riesgo significativamente mayor. Esto puede deberse a que disminuye la sensibilidad en las mamografías para la detección de masas presentes en el tejido mamario.
Las mujeres con antecedentes familiares de cáncer de mama, principalmente, madre, hermana o hija, así como radiación torácica previa representan un incremento en el riesgo. Por el contrario, la actividad física regular disminuye el riesgo; de hecho, entre más horas de ejercicio tiende a ser menor.
De este modo, la edad, mutaciones genéticas heredadas, antecedentes familiares, exposición a los estrógenos, son factores que no pueden modificarse. Sin embargo, el ejercicio en forma regular, controlar el peso, una dieta saludable y evitar el consumo habitual de alcohol y tabaco son factores que se pueden cambiar y con ello reducir el riesgo de desarrollar cáncer de mama. Además, realizar con regularidad la autoexploración y los exámenes de detección como las mamografías pueden reducir el riesgo de morir por esta enfermedad, recuerda que “un diagnóstico a tiempo puede salvar tu vida”.