La lucha por comer y tomar agua en Acapulco, fuera de la Costera

Ángel Galeana/Acapulco

La necesidad de agua y comida obligó a decenas de personas de la comunidad de Barrio Nuevo a salir a la carretera a pedir ayuda humanitaria. El huracán Otis elevó al máximo las deporsí carencias que enfrentaban. Igual se pelea una botella de agua, un sopa maruchán, un cuarto de arroz o una tapa de huevo.

Una madre empuja a su hija de la cabeza para que se acerque a quien reparte víveres, mientras otra de sus vecinas sale con una sopa instantánea.

Barrio Nuevo se ubica en las inmediaciones del viaducto Diamante que lleva a turistas desde la Autopista del Sol hasta la zona Diamente de Acapulco, una de las más exclusivas. Tras el paso de Otis también la zona «de los ricos» se destruyó, en eso se parece todo Acapulco, pero las necesidades no son las mismas.

En Barrio Nuevo no ha llegado ayuda. «Todo se queda en La Venta», dicen los habitantes de esta pequeña localidad. Su opción es colocarse a un costado del viaducto Diamante, esperar hasta 6 horas al día para que uno o dos automóviles se detengan. La espera no es fácil, además del hambre y la sed, hay que soportar los 35 grados de temperatura, con el rayo del sol directo en el cuerpo. Un perro atropellado está en la zona de espera de este viernes, el olor a putrefacto es intenso.

Uno de los varios puntos de espera sobre el viaducto Dimante en donde damnificados se colocan para recibir víveres.

A las 11:50 de la mañana se paró un tráiler. El chofer compró algo de agua, arroz y huevo para regalar a damnificados. La gente se amontona, tratando de no llegar al arrebato o la desesperación esperan indicaciones. Se forman y levantan las manos esperando tener algo. Entre ellos está doña Margarita, de unos 60 años.

Doña Margarita esperando víveres después de 3 horas bajo el sol.

Cuando ve las tapas de huevo se emociona y trata de que le llegue una, pero su cuerpo no es suficiente para competir contra hombres de mayor estatura y mujeres más fuertes que ella. Levanta las manos esperando ser vista. Pasan las tapas de huevo pero ninguna por sus manos, cuando por fin parece que le llegará, una mujer adelante de ella aprovecha, y de manera sutil pero notoria se la queda. Es la lucha por comer hoy y llevar un plato de comida a la mesa.

Momento en que le quitan de las manos la tapa de huevo a la señora Margarita durante la entrega de víveres que un chofer de tráiler realizó esta mañana.

A Margarita le tocó una pequeña bolsa de arroz, será más difícil cocinarla por la falta de agua, pero algo es algo, y manda bendiciones al chofer que se detuvo.

Según Jesús Lorenzo, un lonjevo vecino de la comundiad, el río del que pudieran tener agua está contaminado, y ya hubo personas intoxicadas.

«Mucha gente se intoxicó. -¿De qué se intoxicaron?- Del agua sucia del río porque se inundaron mucha gente, quedaron mucha gente enterrada, estaban a orilla del río, todo se quedó enterrado, casas y todo».

La versión de don Lorenzo es la misma que la de doña Margarita, o la de Carolina, o la de Daniel: en la comundiad no hay agua, no hay comida y no hay medicinas, la ayuda simplemente no llega.

En el otro lado de Acapulco, sobre la Costera Miguel Alemán, la zona turística, la vistoza, es común ver el regalo de despensas, negocios que se trasladan a Acapulco para repartir comida. Algunos también aprovechan y pagan publicidad en redes sociales para promocionar sus negocios, aunque no todos. En puntos hasta se asoman letreros en los que se anuncia «se regala comida». El Ejército colocó una planta distribuidora de agua que da 2 garrafones por persona. Hasta los llamados «influencers» llegan a la zona.

A Barrio Nuevo, donde no hay nada más que carretera, terracería y destrucción, no llega nadie, aquí la gente se asoma al paso de la carretera para ser vista y tener lo mínimo para sobrevivir la tragedia de Otis, para seguir adelante, para levantarse.

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