Lorenza Díaz Nieto es Bióloga por la Universidad Simón Bolívar y Doctora en Ciencias por la Universidad Nacional Autónoma de México. Desde hace 30 años labora como Investigadora en el Departamento de Biología de la Reproducción del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (CDMX), donde dirige proyectos de investigación enfocados en los efectos de la vitamina D en el organismo en condiciones normales y patológicas, con enfoque en el embarazo y cáncer. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y funge como tutora de maestría y doctorado en el Posgrado en Ciencias Biológicas y Biomédicas de la UNAM.
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Es de antaño conocido que algunas de las características de las células cancerígenas es su crecimiento desordenado, mayor actividad metabólica, y altos requerimientos nutricionales en comparación con las células sanas del cuerpo.
Cuando las células de cáncer se encuentran con condiciones restrictivas de oxígeno y nutrientes, desarrollan estrategias para sortear esta carencia, entre las cuales se encuentra el “Mimetismo Vasculogenico”. Como su nombre lo indica, este es un proceso mediante el cual las células cancerosas se transforman en células similares a las endoteliales para formar estructuras tubulares capaces de conducir sangre, además de representar una vía de escape a sitios distantes en nuestro organismo.
Las células endoteliales son las encargadas de formar los vasos sanguíneos mediante un proceso llamado angiogénesis. En contraparte, en el mimetismo vasculogénico los vasos son formados por células tumorales.
Para explicarlo gráficamente, imaginemos que el tumor de cáncer en formación es como un pequeño campamento de maleantes prófugos de la justicia que están escondidos de la policía.
Esta banda de malhechores, para poder ser fuerte, debe crecer y tener más miembros, y para ello, los maleantes necesitan tener acceso a las carreteras para conseguir comida y otros suministros. Sin embargo, al ser malos para la sociedad, es explicable que el gobierno no les permita usar las vías normales de transporte para el robo de productos, y tampoco les quiera dar los bloques de construcción para sus carreteras.
La mala noticia, es que los maleantes han encontrado una manera de crear túneles subversivamente, para así poder robar los recursos deseados. Su estrategia consiste en crear un material novedoso transformando físicamente lo que tienen a su alcance, para construir los túneles ellos mismos sin ayuda del gobierno.
En esta metáfora, las células endoteliales serían los bloques de construcción de las carreteras, las cuales serían los vasos sanguíneos, mientras que los túneles serían los canales vasculares del mimetismo vasculogénico, y estarían formados por el novedoso material que sería el equivalente a las células cancerígenas per se.
Estos túneles además permitirían a los prófugos moverse y diseminarse a otras partes de la ciudad y de la república, donde podrían iniciar nuevos campamentos para acaparar los recursos, afectando negativamente a la población.
Interesantemente, el mimetismo vasculogénico es iniciado por una población de células malignas que tiene alta plasticidad, lo que les permite modificarse física y metabólicamente de acuerdo con las condiciones del microambiente tumoral, dando lugar a nuevas generaciones de células más agresivas y resistentes. Por ello se les designa como células madre o células troncales cancerígenas. De cierto modo, esta impresionante capacidad de transdiferenciarse y formar mimetismo vasculogénico nos permite imaginarlas como astutos alienígenas que estudian pacientemente las condiciones ambientales de su entorno, para después mutar, adaptarse, y salir felizmente a consumir nuestros nutrientes y oxígeno, colonizando así nuestro organismo.
Desafortunadamente, este tipo celular se enriquece en algunos tumores altamente malignos después de retirar el tratamiento quimoterapéutico, explicando en parte la resistencia a los tratamientos posteriores, por lo que los médicos e investigadores trabajan arduamente para encontrar estrategias terapéuticas eficientes para combatirlas.
Al respecto, recientemente nuestro grupo de investigación encontró que el metabolito activo de la vitamina D, el calcitriol, es capaz de inhibir las características de troncalidad y el mimetismo vasculogénico en células de cáncer de mama. Aunado a lo anterior, el calcitriol también ayuda a disminuir el tamaño de los tumores y favorece la muerte de las células cancerosas mediante distintos mecanismos, constituyendo un factor antineoplásico natural en nuestro cuerpo.
Afortunadamente, nuestro organismo puede sintetizar vitamina D en la piel cuando nos exponemos al sol, y también la podemos obtener de la dieta mediante alimentos como el pescado, el huevo y algunos hongos. Esto, en definitivo, es una muy buena noticia.
Así que, si bien no se trata de una cura mágica, se recomienda mantener niveles superiores a 30 ng/mL de 25-hidroxivitamina D3 para coadyuvar en la prevención y tratamiento del cáncer. Por ello, es deseable hacerse una prueba de sangre para conocer nuestro estado nutricio de dicha vitamina, y en caso de deficiencia o insuficiencia consultar al médico para corregirlo.