Avances recientes en el manejo de la menopausia

Mayel Chirinos Espin es Licenciada en Biología por la Universidad Simón Bolívar (Caracas, Venezuela) y Doctora en Ciencias por la Universidad Autónoma de Madrid (España). Desde hace más de 20 años se desempeña como investigadora en el Departamento de Biología de la Reproducción del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (CDMX), donde dirige proyectos de investigación relacionados con la fisiología del espermatozoide y la fertilización en humanos. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y tutora de maestría y doctorado en varios programas de la UNAM y la UAM.

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Gracias a las mejoras en materia de salud y prevención de enfermedades, la esperanza de vida promedio de la población mundial se ha incrementado de manera significativa desde mediados del siglo XX. En particular, las mujeres han pasado de tener una esperanza de vida de 61-63 años en 1970 a 75-77 años en 2020, lo que implica que la etapa post-reproductiva se ha extendido notablemente, pero la calidad de vida de las mujeres menopáusicas y post-menopáusicas no ha mejorado de manera proporcional en este tiempo.

La menopausia es un proceso natural en la vida de las mujeres, y podría considerarse que los cambios que ocurren deben aceptarse como tales. Sin embargo, en algunos casos, la caída de los estrógenos puede tener consecuencias devastadoras en el cuerpo, y su manejo inadecuado puede afectar la productividad y las interacciones sociales de mujeres que, en muchos casos, aún están en buenas condiciones de salud física y mental, desempeñando roles importantes en la sociedad.

Adicionalmente, la menopausia promueve cambios que incrementan el riesgo cardiovascular, la diabetes, la osteoporosis y la pérdida de memoria. La actividad física ha demostrado ser altamente beneficiosa durante la menopausia, ya que el ejercicio mejora la salud cardiovascular, ayuda a controlar el peso y fortalece los huesos, reduciendo el riesgo de osteoporosis. Además, contribuye a mejorar la calidad del sueño y a disminuir síntomas como el insomnio, el estrés y la ansiedad. Igualmente, mantener una dieta equilibrada es fundamental en esta etapa.

Expertos recomiendan incluir alimentos ricos en grasas saludables, que ayudan a disminuir el colesterol LDL y aumentar el HDL. El consumo de pescado azul, como el salmón y las sardinas, aporta ácidos grasos omega-3 que protegen las arterias y reducen la inflamación. Además, la ingesta moderada de frutos secos puede contribuir a controlar la presión arterial y mejorar la circulación.

Sin embargo, para muchas mujeres el manejo de la menopausia con dieta y ejercicios no es suficiente para mejorar el impacto de los cambios hormonales. La terapia de reemplazo hormonal (TRH), en la que se suplementa a mujeres menopáusicas con estrógenos solos o en combinación con progesterona, comenzó a prescribirse en los años 70 con buenos resultados, pero en 2002 se publicó el estudio Women’s Health Initiative (WHI) que concluyó que la TRH podía aumentar el riesgo de coágulos sanguíneos, accidentes cerebrovasculares y cáncer de mama, lo que generó temor y estigmatización en torno a su uso.

Sin embargo, revisiones recientes sugieren que los resultados de ese estudio han perdido vigencia, ya que las dosis y esquemas de administración han cambiado en los últimos años. Actualmente, con una adecuada supervisión médica, la TRH no solo es segura, sino también altamente beneficiosa, especialmente en mujeres sin contraindicaciones y cuando el tratamiento se inicia antes de cumplir los 60 años de edad, momento en el que el organismo aún puede responder positivamente a la suplementación hormonal.

Adicionalmente, en los últimos años se ha impulsado la investigación científica sobre la menopausia y el desarrollo de nuevos tratamientos farmacológicos. Un avance notable es la aprobación reciente del fezolinetant, un medicamento indicado para el tratamiento de los síntomas vasomotores moderados o graves, como los sofocos asociados a la menopausia. Este fármaco representa una alternativa para aquellas mujeres en las que está contraindicado el tratamiento con hormonas, ya que actúa como antagonista del receptor de neuroquinina 3 (NK3), regulando el centro termorregulador del hipotálamo y aliviando los síntomas sin alterar significativamente los niveles hormonales.

Finalmente, cabe destacar que a nivel global se han promovido campañas para visibilizar la menopausia y combatir la desinformación. Estas iniciativas buscan fomentar la atención médica multidisciplinaria con enfoques integrales que promuevan el bienestar de las mujeres en esta etapa de la vida. Por lo tanto, es de esperar que en los próximos años las investigaciones y las políticas de salud continúen avanzando en este aspecto, permitiendo una mejor calidad de vida para las mujeres menopáusicas y post-menopáusicas, en consonancia con su creciente esperanza de vida.

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