En Boca del Río el mar sepultó sus casas y después se las llevó

Alina Navarrete Fernández/Florencio Villareal, Gro.

Primero el mar dejó varias viviendas sepultadas bajo toneladas de arena, ahora el nivel de las olas creció al punto de derrumbar las casas ubicadas en la calle principal de Boca del Río, municipio de Florencio Villareal (Cruz Grande), con lo que suman unas 60 familias damnificadas.

Rosivel Vázquez Martínez y su esposo, Enedel Pacheco Jacinto, son originarios de la comunidad ubicada a unas 3 horas de distancia de la capital (en automóvil) y han vivido allí los últimos 20 años con sus dos hijos y sus cuatro hijas.

Hace tres semanas que su casa fue destrozada por las olas, ahora la familia comparte un solo cuarto en la vivienda de una vecina que se ofreció a ayudarles mientras pueden recuperar su patrimonio.

Rosivel es ama de casa y Enedel trabaja como peón en construcciones o el campo, según lo contraten; también se dedica a la venta de pescado en temporada alta. Juntos lograron invertir más de 150 mil pesos en su hogar, desde la obra hasta los muebles.

«Tristeza» es lo que Rosivel siente al ver los restos de lo que fue su casa. Recuerda que las olas del mar arrastraron una de sus camas «con todo y colchón», así como un ropero, antes de que la estructura fuera destrozada. Lo único que queda son pedazos del interior y partes de la fachada.

El huracán «Grace» dejó decenas de damnificados en Veracruz, por lo que el apoyo de las autoridades federales está concentrado en ese estado. Para Rosivel «hace falta» ayuda en Guerrero. Ningún funcionario ha visitado Boca del Río, donde las familias afectadas sobreviven de sus ahorros y la solidaridad de los vecinos.

Dora Luz Olivar Rodríguez, otra de las damnificadas, es ama de casa y su esposo, Héctor Gabriel López Villamar, trabaja en una cocotera en la comunidad de Medano, municipio de Florencio Villareal. Ambos, junto a sus tres hijas y dos hijos, perdieron su casa y su negocio: una enramada en la que vendían mariscos y bebidas a los turistas que visitan Boca del Río.

La mujer cuenta que su casa fue “destrozada, solamente ha quedado un pedazo de pared”; sus hijos le preguntan por su casa y cuándo volverán. Dora Luz pide a las autoridades “que nos ayuden”, que entreguen a las familias damnificadas recursos para volver a construir sus hogares, o bien, que las reubiquen.

María de Jesús Tornés Gallardo, su esposo Mario Cruz Guillen y sus tres hijas, son de las pocas familias que conservan la mitad de sus casas. Aunque las olas derribaron una pared, parte del piso y el techo, no han llegado al punto de la pérdida total de su patrimonio.

“Yo quisiera que el gobernador viniera, que el presidente (Andrés Manuel López Obrador) baje de la Ciudad de México para que vea cómo estamos viviendo, estamos abandonados, la verdad», expresó doña María, luego de contar la tragedia de su pueblo.

Para ella, la solución es que las autoridades reubiquen a las familias damnificadas en otra zona del municipio, cerca del río que ahora está prácticamente perdido, al igual que las personas que se han quedado sin su hogar.

Desde mayo pasado, el nivel del mar en Boca del Río aumentó como nunca antes, según los pobladores. Al principio las casas ubicadas en la calle principal, a orillas de la playa, quedaron sepultadas bajo la arena que arrastraron las olas; después, el agua “se llevó en un solo viaje” unas seis casas y otras más quedaron destrozadas.

Los pobladores no se explican el fenómeno, tal vez es Mar de Fondo, quizá la actividad lunar provoca el crecimiento de las olas. No lo saben y nadie les advirtió que esto pasaría. Ahora, las familias damnificadas esperan que el próximo gobierno, municipal y estatal, les otorgue apoyos, aunque algunos dudan de que a las autoridades les importe lo que sucede en su comunidad.

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