La magia del primer contacto piel con piel entre mamá y su bebé

La Dra. Andrea Olmos Ortiz es nutrióloga egresada de la Universidad Veracruzana y cuenta con Maestría y Doctorado en Ciencias Biológicas por la UNAM. Actualmente es investigadora en el Instituto Nacional de Perinatología de la Ciudad de México. Su trabajo se centra en el estudio de la inflamación y la inmunidad innata en la placenta humana, así como en sus mecanismos de defensa frente a infecciones bacterianas en embarazos normales, pretérmino y con diabetes gestacional. Ha publicado artículos científicos, capítulos de libro y es activa en la formación de nuevos investigadores y estudiantes de pregrado y posgrado. nut.aolmos@gmail.com

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A principios de la década de 1980, enfermeras y médicos de Suecia y Estados Unidos comenzaron a implementar una práctica que transformó las primeras horas de vida de los recién nacidos: el contacto piel con piel. Consiste en colocar al bebé desnudo, sólo con un gorrito y un par de campos tibios y secos, directamente sobre el pecho de su mamá durante al menos una hora después del nacimiento. Aunque parece algo muy simple, este primer abrazo ofrece múltiples beneficios para el bebé, la madre y, a la larga, incluso para el sistema de salud.
Hoy en día, el contacto piel con piel es recomendado por organizaciones como la OMS y UNICEF, y en México se ha integrado desde hace poco más de una década en las instituciones certificadas como Hospital Amigo del Niño y de la Niña.

El contacto piel con piel suele realizarse en los primeros 30 minutos de vida, después de que el equipo de pediatría realiza la limpieza y valoración inicial del bebé: peso, talla, reflejos, coloración, respiración y otras mediciones. Una vez que se confirma que está estable, el bebé puede colocarse entre los senos de su mamá para que ella lo acobije con sus brazos en un ambiente con tranquilidad y luz tenue. En muchos casos, también se permite la compañía de papá o de un familiar.

A continuación, se describen los beneficios del contacto piel con piel para ambos.

Para el recién nacido, esta primera hora constituye su transición al mundo exterior. Al recostarse sobre el pecho de mamá, activa sus sentidos y reconoce su aroma, su voz y el calor de su piel. Esto estimula la liberación de endorfinas, sustancias asociadas con el bienestar, que fortalecen la sensación de seguridad, protección y amor. Con ello, se favorece el apego y se consolida el importantísimo vínculo afectivo entre mamá y bebé.

Además, como los recién nacidos aún están aprendiendo a regular su temperatura, mantenerse sobre el pecho de su madre les ayuda a conservar mejor el calor y ahorrar energía. Escuchar la respiración y los latidos de mamá también les sirve como guía para estabilizar su propia respiración, lo que contribuye a una mejor oxigenación y desarrollo neurológico. En esta posición, muchos bebés comienzan espontáneamente a mover sus manos y piernas, e incluso a buscar el pezón.

Estos movimientos favorecen el tono muscular y estimulan el reflejo de succión. Si logran beber algunas gotas de calostro, reciben una combinación poderosa de nutrientes y anticuerpos que fortalecen su sistema inmunológico y favorecen su crecimiento. Por ello, diversos estudios han asociado el contacto piel con piel con una mejor ganancia de peso en los primeros días de vida.

Para la madre, esta práctica facilita el establecimiento de la lactancia. Al sostener al bebé, el cerebro de mamá libera muchos mediadores que intervienen en la contracción de la glándula mamaria (eyección) y producción de la leche. Por esta razón, más del 80% de las mujeres que inician contacto piel con piel continúan amamantando con éxito. Estos mismos mediadores actúan en el útero, ayudándole a contraerse y volver progresivamente a su tamaño previo al embarazo, lo que contribuye a una recuperación posparto más favorable.

Además, cerca del 15% de las mamás experimentan episodios de tristeza, culpa, ansiedad o sobrecarga mental y emocional en el posparto. El contacto con la piel del bebé promueve nuevamente la liberación de endorfinas, que fortalecen el vínculo, despiertan el instinto de protección y reducen el riesgo de depresión posparto.

Las guías sanitarias actuales recomiendan que el personal de salud explique a mamá y papá los beneficios que brinda el primer contacto piel con piel, y puedan solicitar su consentimiento informado. Siempre que la salud de ambos sea estable, pueden permanecer en contacto estrecho y continuo durante esta hora dorada. Este procedimiento puede realizarse tanto en parto vaginal como en cesárea, considerando algunos cuidados adicionales. Se procura brindar privacidad durante este tiempo, aunque algún miembro del personal de salud debe permanecer atento para supervisar temperatura y bienestar del bebé.

Finalmente, me gustaría cerrar contando un poco de mi experiencia personal. Durante mi curso de psicoprofilaxis, un espacio para preparar a las futuras madres física y emocionalmente para el parto, aprendí sobre los beneficios del contacto piel con piel y deseaba vivirlo. Todo estaba programado para un parto vaginal, pero en mi última consulta se detectó una complicación y tuve que entrar a una cesárea urgente y prematura.

Sentí miedo e incertidumbre; mis planes cambiaron en segundos. Afortunadamente, el proceso fue exitoso y mi bebé nació pequeña, pero sin complicaciones. Ambas estábamos estables y pudimos iniciar el contacto piel con piel. La colocaron sobre mí y sentí de inmediato una profunda paz. Sólo podía sostenerla con un brazo, pues el otro permanecía inmovilizado por la cirugía, pero ella se acurrucó en mi pecho. Al final buscó mi pezón y comenzó a succionar. Ese momento se convirtió en uno de los recuerdos más hermosos de mi vida.

Hoy que comprendo los procesos que estaban ocurriendo en nuestros cuerpos, agradezco profundamente haber vivido esa experiencia.

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