Iglesia celebra misa por la paz en la sierra tras alcanzar tregua entre grupos criminales

Ángel Galeana/Chilpancingo

Tras alcanzar la anunciada tregua entre los grupos criminales de La Familia Michoacana, Los Tlacos y Los Ardillos, sacerdotes de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa realizaron una misa por la paz en Tlacotepec, cabecera del municipio de Heliodoro Castillo, ante decenas de personas que se congregaron en el patio de la Iglesia.

Tlacotepec es considerado el bastión de «Los Tlacos», o el Cártel de la Sierra, uno de los grupos delictivos que acordaron deponer las armas por el diálogo, según han señalado los sacerdotes que mediaron en el conflicto. Es tan común encontar en el camino a hombres armados como a comerciantes de durazno o aguacate. Los hombres armados -se entiende-, son parte de la policía comunitaria.

Prendas y globos blancos en señal de paz de los asistentes a la misa contrastaban con las armas que portaron integrantes de la policía comunitaria del municipio, quienes se colocaron a discreción en los alrededores de la iglesia para vigilar la homilía.

La misa inició a las 6 de la tarde sin la presencia del obispo José de Jesús González Hernández, quien, se dijo, por cuestiones de agenda no asisitó. En su representación dirigió la misa el párroco de la Catedral de la Asunción de María de Chilpancingo, Benito Cuenca Mayo. También asisitó uno de los principales portavoces del proceso de tregua entre los grupos delictivos, el padre Filiberto Velázquez Florencio.

Según Filiberto Velázquez, la misa se realizó a petición del párroco de la iglesia de Tlacotepec.

El párroco Benito Cuenca, destacó, entre metáforas, el papel de la iglesia como mediadora para que los grupos delictivos acordaran la tregua.

«Las instituciones, particularmente la Iglesia, es cuando, después de sentir el dolor del pueblo de Dios, es cuando crea y busca los mecanismos para buscar que el hombre se reconcilie con su hermano, para crear las condiciones de una paz justa y verdadera, porque ya no queremos mostrarle a Dios rostros de hermanos que sufren y lloran, Dios no puede mantenerse indiferente a una realidad como esa», señaló.

Dijo que la «herramienta dorada» para construir la paz es el diálogo, y se dijo gustoso de «ver que las partes en conflicto se han esforzado» en alcanzar acuerdos tras ver el dolor, el llanto y sufrimiento de sus hermanos.

«En ese sentido, creo que la labor que ha hecho la Iglesia, a través de los obispos, a través de los sacerdotes es muy loable, porque la vocación de la Iglesia es promover la paz siguiendo la máxima de Jesús, mi paz les dejo, mi paz les doy».

Al caer la tarde y con poca luz del sol, los sacerdotes pidieron a los asistentes encender las luces de sus celulares para iluminar de blanco el patio de la iglesia, en señal de paz, como hicieron habitantes del municipio de Taxco durante la semana de crisis que enfrentaron el mes pasado, quienes desde sus casas encendieron las luces pidiendo paz.

Que el Estado no criminalice a los sacerdotes

El padre Filiberto Velázquez pidió que las autoridades del estado no criminalicen a los sacerdotes que sostuvieron diálogos con los grupos delictivos con la intención de alcanzar una tregua y el cese de enfrentameintos armados en las zonas en las que tienen injerencia.

Precisó que el acuerdo incluye a tres grupos delictivos, pero no mencionó sus nombres, aunque se sabe que serían Los Tlacos, Los Ardillos y La Familia Michoacana, quienes tienen presencia en la zona Centro, Norte y Tierra Caliente.

Entrevistado al término de la misa, el padre Filiberto fue cuestionado sobre los alcances del acuerdo de tregua entre los grupos delcitivos; al respecto, señaló que todo dependerá de las voluntades de los involucrados, aunque confío en que en esta ocasión la intervención de la Iglesia puede alargar la temporalidad.

«En otras ocasiones no ha habido intervención de la Iglesia, ni ha habido actores externos que puedan mantener esos canales libres y abiertos, y creo que ahora existe esta tercera parte. Nosotros somos esta tercera parte de estas negociaciones de este conflicto, mientras esa parte se mantenga ahí, y eso depende también del Estado, que nos vea como parte de la solución y no comience a criminalizarnos vinculándonos con estos grupos delictivos», señaló.

Al preguntarle sobre hechos de violencia que ocurrieron en Chilpancingo el pasado fin de semana, donde hombres armados atacaron a una pareja causando la muerte de un hombre en la colonia PPS, y el asalto a la tienda Coppel, el sacerdote indicó que «indudablemente», se presentarán hechos delictivos, y aclaró que la tregua entre los líderes involucra a sus intereses que no serán defendidos a través de las armas.

«Yo quisiera que entendieran esto: el conflicto existe porque son grupos de intereses, lo que se diferencia ahora es que no se lo van a arreglar con las armas o con el fuego, sino con el diálogo, esa es la diferencia. Sí hubo un tiempo sin homicidios dolosos en Chilpancingo y esperemos que los que hay sean referentes a otro….esperemos que no haya, pero que no sean ya por un conflicto como este», indicó.

Sobre la posibilidad de que autoridades del Gobierno estatal también participen en los diálogos entre grupos delictivos, el padre Filiberto indicó que el Estado tiene más maneras de abonar a la paz.

Ejemplificó que las víctimas de la violencia tienen 4 meses sin recibir los recursos que les otorga el Estado para canasta básica alimentaria. Indicó que cuando las autoridaes no atiende los derechos de las víctimas se genera un círculo de violencia que tiende a repetirse. «Antes de pensar en que se sienten (con grupos delictivos) que atienden lo que la propia Ley señala».

«Hay muchas maneras de contribuir a la paz, simplemente que hagan su trabajo, el trabajo que ellos dicen que les corresponde, la gobernabilidad y la seguridad, que lo hagan conforme a sus deberes que la propia Constitución les obliga», comentó.

El padre consideró que la iglesia sí contribuyó «mucho» a la tregua entre los grupos delictivos, desde atender a las víctimas desplazadas por la violencia y a las familias que sufrieron las consecuencias de los grupos delictivos, hasta el diálogo de autoridades eclesiásticas.

Dijo que la paz alcanzada hasta ahora no es la paz verdedera, «no es la paz deseada, pero es la paz posible».

«Queremos una paz continua que no solo dependa de la paz de dos voluntades, de dos líderes, sino que se sienta, y nadie quiera o pueda arrebatar esa paz, y ese es un proceso largo que se tiene que seguir haciendo (…) Yo creo que lo que se ha hecho es un canal de diálogo y que ese diálogo continúe antes de las armas, que se depongan las armas, que puedan acceder al diálogo, que hasta a ellos les sale mucho más barato que entrar en una guerra».

El padre reveló que han tenido comunicación con algunos grupos delictivos de la región Costa Grande, zona en la que, señaló, les falta trabajar y pensar cómo podrían intervenir, ya que la misión de la Iglesia es pacificar todo el Estado.

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