Marco Allán Pérez Solis es Biólogo Experimental, Maestro en Biología Experimental y Doctor en Ciencias Biológicas y de la Salud por la Universidad Autónoma Metropolitana. Actualmente es Investigador de la Unidad Médica en Medicina Reproductiva del Hospital de Gineco-Obstetricia No. 4 del IMSS en CDMX. Ha conducido y participado en proyectos de investigación enfocados en la regulación transcripcional de genes asociados con el desarrollo y progresión del cáncer de mama.
_____________________
Lo primero que debemos considerar es el hecho de que la glándula pineal y otros tejidos en menor grado, producen y proveen la melatonina necesaria para que nuestro organismo lleve a cabo sus funciones con normalidad. Por lo tanto, únicamente aquellas personas que por envejecimiento natural presenten una baja actividad adrenérgica, hayan sido sometidos a una pinealectomía o padezcan alguna enfermedad genética que comprometa la función de las proteínas encargadas de la producción de melatonina; podrían presentar una deficiencia significativa en los niveles de esta hormona en su organismo. Por otro lado, debemos saber que la producción de la melatonina en el cuerpo es sensible a las radiaciones electromagnéticas como la luz natural o artificial. De modo que la función de esta hormona está estrechamente asociada con los ciclos de luz y obscuridad que transcurren durante cada día. Esto significa que las personas que experimentan un desfase en su reloj biológico a causa de tiempos prolongados de luz, tales como los viajeros frecuentes entre zonas horarias, los trabajadores de turnos nocturnos o los habitantes de países que presentan días polares o sol de medianoche, podrían presentar un déficit moderado de melatonina.
Por lo tanto, es únicamente en estos contextos que se justificaría un tratamiento con melatonina, pero bajo supervisión médica; ya que esta hormona es comercializada sin receta médica e incluso como un suplemento. Esta escasa regulación suele derivar en un precario control de calidad tanto en su pureza como en su concentración.
El consumo de melatonina en presentaciones poco confiables es realmente sensible si se toma en cuenta que las cantidades en que se secretan las hormonas para su funcionamiento óptimo está en el orden de los picogramos, mientras que las diferentes presentaciones comerciales de la melatonina están en el orden de los miligramos, superando incluso en algunos casos las dosis recomendadas terapéuticamente. En el mejor de los casos, una dosis insuficiente no producirá el efecto deseado; sin embargo, una dosis excesiva puede desensibilizar el organismo a la melatonina, reduciendo sus beneficios terapéuticos, como la regulación del sueño.
Además, la dosis adecuada varía según la edad y necesidades individuales, y la automedicación podría dar lugar a efectos secundarios adversos. De hecho, entre 2012 y 2021, los centros de control de intoxicaciones en Estados Unidos reportaron un aumento del 530% en las llamadas de emergencia relacionadas con la administración de melatonina en niños.
Finalmente, pero no menos relevante, es el tema de las interacciones medicamentosas de la melatonina, especialmente con ciertos antidepresivos, antihipertensivos y antiglucemiantes. Sin embargo, un gran porcentaje de la población que toma melatonina ignora este hecho.
En conclusión, debemos estar conscientes de que la suplementación con melatonina no detiene la producción natural de esta hormona por nuestro organismo y que una dosis más alta no implica necesariamente mejores resultados. Por ello, resulta fundamental que un profesional de la salud determine si existe una necesidad real de iniciar un tratamiento con melatonina u otros medicamentos, considerando siempre los beneficios potenciales en relación con los posibles efectos secundarios a corto y largo plazo.