Hipólito Lugo Cortés tiene una licenciatura en Derecho, maestría en Ciencias, Área de Derecho Público, y estudios de doctorado en Derechos Humanos. Es coordinador de la Oficina en Guerrero de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Fue secretario ejecutivo, secretario técnico, visitador general, y presidente del Comité para la Investigación de la Desaparición Forzada de Personas. También se desempeñó como presidente interino en la Comisión de los Derechos Humanos del Estado de Guerrero.
Acapulco, Gro. 04-Diciembre-2019
Siglos de dominación masculina han ocasionado en primer lugar, un desequilibrio de poder y las consecuentes desigualdades de género que propician la violación a los derechos de las mujeres; a propósito del 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y 16 días de activismo contra la violencia de género, campaña internacional iniciada en 1991 a propuesta del Centro para el Liderazgo Global de Mujeres y desde el 2008 apoyada por Naciones Unidas, vale recordar a Olympe de Gouges, precursora de la lucha feminista de finales del siglo XVIII, por sus ideas de emancipación, revolucionarias en esos tiempos de convulsión por la revolución francesa, que luchó por la igualdad entre hombres y mujeres.
En esa época, al aprobarse el 26 de agosto de 1789 la famosa Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano por la Asamblea Nacional Francesa, que vino a internacionalizar los derechos humanos, ella, en su afán de visibilizar precisamente a las mujeres, publica en 1791 su obra que en contrapartida denomina: “Declaración de los Derechos de la Mujer y la ciudadana”, circunstancia que le ocasionó serios problemas.
Olympe de Gouges fue una mujer extraordinaria por su coraje y por su valor, una mujer que, como muchas otras, vive en conflicto permanente con su época, sólo que ella decidió no quedarse callada. Su voz y su palabra le valió la muerte.
En 1765 su familia decide casarla con un vendedor, con quién tiene un hijo. El esposo muere un poco tiempo después, Olympe se une entonces a un comerciante, quién la lleva a París y le ofrece ampliamente los medios para vivir. Mujer sin educación, como todas las mujeres de su época, fue siempre marginada por su origen, su clase, su cultura y su sexo.
Autodidacta, mujer de gran creatividad y coraje, forma parte de las mujeres que hoy denominan “heroínas del feminismo revolucionario”. Aquellas que, a su manera, desearon tener influencia en los sucesos de su época. Aquellas que tomaron conciencia de la exclusión y la opresión de las mujeres y que levantaron la voz para exigir un papel más digno en la sociedad de su época.
Olympe desagradó a los aristócratas, fue repudiada por los revolucionarios, feminista al fin, molestó a todo mundo. Olympe deseaba contribuir a la revolución a través de sus escritos, folletos y piezas de teatro, dictaba sus obras pues no sabía escribir. Ella hubiera querido publicar un periódico y vivía en la espera del éxito de sus obras, para las cuales había determinado que el dinero de las mismas sería para las mujeres patriotas. Escribía panfletos que ella misma publicaba y se dedicaba a difundir.
La revolución la apasiona y se le ve por todas partes: en las sesiones de la Asamblea, en los cafés, en los clubes, con frecuencia, en los desfiles. Olympe temía que el resultado del conflicto fuera simplemente “un montón de cadáveres” y decía: “O mi pobre sexo, o mujeres que nada adquirieron en esta revolución”.
Olympe traduce siempre sus ideas en escritos. En 1791, Olympe publica, según algunas autoras feministas, su obra más radical: “La Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana”, donde reclama la igualdad de sexos y solicita que ésta se extienda a los hombres de color. Para Olympe, la mujer debía quitarse el peso de los hombres, tener un papel político diferente, puestos públicos iguales, etc.
Sostenía que “si la mujer tiene el derecho de subir al patíbulo, ella debe tener derecho de subir a la tribuna” (artículo 10 de su Declaración). Posteriormente le tocará, precisamente con su cabeza, demostrar a qué punto tenía razón. Reclamaba también el reconocimiento de la paternidad, que ella nunca logró. Olympe es considerada como representante del feminismo radical de su época.
En 1789 Olympe sufre un atentado y en 1793 es atacada en las calles de París; en este tiempo, la prisión, los malos tratos, los castigos públicos, son actos cotidianos. Olympe, como muchas otras mujeres de su época enfrentaban las amenazas con dignidad y entereza, en más de una ocasión dijo estar lista para morir por la Patria y la Paz, así prepara un “Testamento Político” y lo da a conocer : “…Dejo mi corazón a la Patria, mi probidad a los hombres (tienen buena necesidad); mi alma a las mujeres, no les hago un don indiferente; mi genio creador a los autores dramáticos… y las cosas que quedan en una fortuna honesta, a mi heredero natural, mi hijo, en caso de que sobreviva”.
El 20 de julio de 1793, Olympe es detenida, acusada de conspirar contra la República, única e indivisible, en su última pieza de teatro llamada: “Las tres urnas o La salud de la Patria por un viajero aéreo”, Olympe propone la organización de un plebiscito. Los ciudadanos deberían dar su voto para escoger entre el gobierno republicano, el federal o la monarquía. La Constitución había sido votada y esto, para la clase en el poder, constituía una provocación, mientras que para Olympe era “la esperanza de evitar la guerra civil”.
Olympe estuvo varios meses en prisión, se dijo embarazada para impedir su ejecución, pero finalmente pasa a la guillotina el 3 de noviembre de 1799. Su verdugo contó que solicitó un espejo y aspirar, antes de morir, un ramo de violetas. Sus últimas palabras fueron: “¿Fatal deseo de la renombrada Olympe, por qué yo quise ser alguna cosa?”.
¿Quién era Olympe de Gouges?. Versión ampliada del artículo “Olympe de Gouges y la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana”, publicado en Derechos Humanos Lecturas Tronco Común, Puebla, Universidad Autónoma de Puebla, 1998, pp. 89-93.