A 71 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos

Hipólito Lugo Cortés tiene una licenciatura en Derecho, maestría en Ciencias, Área de Derecho Público, y estudios de doctorado en Derechos Humanos. Es coordinador de la Oficina en Guerrero de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Fue secretario ejecutivo, secretario técnico, visitador general, y presidente del Comité para la Investigación de la Desaparición Forzada de Personas. También se desempeñó como presidente interino en la Comisión de los Derechos Humanos del Estado de Guerrero.

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11-Diciembre-2019.

El tema de los derechos humanos resulta atractivo y casi configura una expresión mágica que ocupa amplios espacios en los medios de comunicación social, en foros académicos, en escenarios políticos, en los ámbitos más diversos de la sociedad de nuestro tiempo; y, hoy en día, su mención resulta insoslayable.

Los derechos humanos son inherentes a nuestra naturaleza, nacen con nosotros y como libertades fundamentales nos permiten realizarnos íntegramente como personas, pero es el Estado el que los reconoce y los plasma en la Constitución, asumiendo así la responsabilidad de respetar y hacer respetar estos derechos; están identificados con nuestros derechos políticos, civiles, económicos, sociales, culturales, ambientales, de paz, solidaridad y desarrollo.

La lucha por los derechos humanos no ha sido de ahora, sino que se remonta a la historia desde el momento mismo de la aparición del hombre sobre la tierra, por lo tanto, el reconocimiento de esos derechos no ha sido ninguna concesión graciosa por parte del Estado, son el resultado de esa lucha constante del hombre por alcanzar una sociedad civilizada, distinta de la comunidad primitiva, que incluso ha costado infinidad de vidas humanas, ese reconocimiento se ha venido dando en momentos en que la humanidad se ha estremecido por actos violentos que atentan contra la dignidad del ser humano.

Así podemos mencionar en la época reciente, en los umbrales del siglo XX, surgió la Primera Guerra Mundial, acontecimiento que dio lugar a la creación de la Sociedad de las Naciones, precisamente con el fin de preservar la paz, pero esta tarea fue difícil de lograr, pues veinte años después sucedieron las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial, 40 millones de muertos -de entre los cuales cerca de ocho millones fueron asesinados por el régimen nacionalsocialista alemán por su condición de judíos, comunistas, gitanos, homosexuales, entre otros.

Fueron hechos lamentables que movieron la conciencia humana y que motivó a las naciones el consenso para “reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas”.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, también se da la inquietud a nivel internacional, de conjuntar esfuerzos en bien de la humanidad y se crea la Organización de las Naciones Unidas en 1945, para ello, se elaboró la Carta de las Naciones Unidas, en la que se estableció la importancia de los derechos humanos, de la dignidad y valor de la persona humana, y con motivo de los actos de barbarie originados principalmente por las huestes hitlerianas, se consideró la necesidad de contar con un catálogo de derechos humanos, con la finalidad de que fueran respetados por todas las naciones.

Así, en 1946 se creó la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, y el 10 de diciembre de 1948, con 58 naciones integrantes de la Asamblea General tras un acto histórico que logró el consenso internacional para aprobar la Declaración Universal de los Derechos Humanos, propiciado sin duda por un afán de prevenir la repetición de esa barbarie, Declaración integrada por 30 artículos, que viene a ser un documento meramente declarativo y carente de obligatoriedad al no vincular a las naciones, pero significa la base fundamental de los derechos humanos en el planeta, esa Declaración retoma el ideario de la similar Declaración Francesa de 1789 al considerar que “el desconocimiento o el menosprecio de los derechos del hombre han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad”.

La Declaración Universal fue punta de lanza que dio pauta a la internacionalización de los derechos humanos, dio lugar a una avalancha de instrumentos internacionales en la materia, (Pactos Internacionales) obligatorios para los Estados miembros de la ONU, que los suscribieron, en los cuales ya se detallan con precisión los derechos civiles y políticos, así como los derechos económicos, sociales y culturales, entre otros muchos.

Se debe reafirmar enfáticamente la relevancia de esta Declaración y la universalidad de los derechos consagrados en ella, a pesar de que, con ese gran esfuerzo internacional por aspirar a una vida de respeto y vigencia de los derechos humanos, se siguen cometiendo violaciones a los derechos fundamentales de las personas por los agentes del Estado; aunado a que prevalece la situación de pobreza, desigualdad social, escenarios de discriminación, elevada corrupción e impunidad.

Y no se diga de la incapacidad del estado para disminuir y erradicar la violencia e inseguridad pública que padecemos hoy en día, que hacen vigentes esos ideales inspiradores del 10 de diciembre de 1948; por lo que, a 71 años de esa trascendental Declaración Universal, poco hemos avanzado en México.

Nos hemos caracterizado por adherirnos a los distintos instrumentos internacionales, pero por otro lado, poco hacen las autoridades por llevar a la práctica esos postulados.

Nuestro País se convierte en candil de la calle y oscuridad de su casa; el reto ahí está, hacer realidad esos compromisos internacionales de México con los derechos humanos y con los múltiples instrumentos en la materia que nuestro país ha firmado a partir de la histórica aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con el fin de disminuir esa gran brecha entre los objetivos de la Declaración y su realización, ya ni hablar de la situación que guardan los derechos humanos en Guerrero, lo cual será tema de otro comentario.

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