Imparable violencia feminicida pese a pandemia en Guerrero; suman 11 crímenes

Alina Navarrete Fernández/Colaboración Especial.

Chilpancingo

Once mujeres han sido asesinadas en Guerrero desde que se implementaron las medidas de salud en el país por la pandemia provocada por el Coronavirus (Covid-19), el 23 de marzo pasado.

Nueve corresponden a casos de feminicidio en los últimos once días, los cuales se registraron en Florencio Villareal, Cuajinicuilapa, Azoyú, Taxco de Alarcón, Benito Juárez (San Jerónimo) y Acapulco, siendo este último el municipio con mayor número de casos con un total de cuatro.

Siete de las nueve mujeres víctimas de feminicidio fueron asesinadas en sus casas: asfixiadas, con armas blancas y piedras; dos fueron encontradas en espacios exteriores: en una cueva y a orilla de carretera. Una de ellas estaba desnuda y fue violada, la otra estaba embarazada y fue calcinada. Todas tenían edades entre los trece y los setenta y cinco años. Una era amuzga.

La enfermedad provocada por el Covid–19 ha registrado a nivel nacional alrededor de 1, 378 enfermos. El 58 por ciento son hombres y el 42 por ciento mujeres.

La Red Nacional de Refugios alertó que las llamadas por violencia de género aumentaron un 60% y las peticiones de asilo un 30% desde que empezó el llamado a contener la pandemia sin salir de casa.

En Guerrero la violencia feminicida no paró

Para entender por qué los asesinatos de mujeres son considerados como feminicidios habría que revisar el Código Penal del Estado de Guerrero, el cual, en su Artículo 135, señala que “comete el delito de feminicidio quien, por razones de género, prive de la vida a una mujer”. Estos supuestos se distinguen cuando las víctimas tengan señales de violencia sexual de cualquier tipo, lesiones o mutilaciones denigrantes o degradantes, antes o después de ser asesinadas, incluyendo actos de necrofilia.

También, cuando haya antecedentes de violencia en el ámbito familiar, laboral o escolar; existan datos o referencias que establezcan que hubo amenazas relacionadas con el hecho delictuoso, acoso o lesiones, de los agresores a las víctimas.

Si los feminicidas tuvieron una relación familiar, sentimental, afectiva “o de confianza” con la víctima; cuando sus cuerpos son expuestos, arrojados o exhibidos en un lugar público con el objeto de denigrarla, debido a su calidad de mujer y, finalmente, cuando se les incomunica previo al asesinato.

Bajo esos lineamientos, se entiende que los feminicidas son parejas o personas cercanas a las víctimas y, dado que la principal medida de prevención de contagios por Covid-19 es permanecer en cuarentena, este escenario coloca a las mujeres en una posición vulnerable.

Las víctimas

María Guadalupe “N” vivía en la comunidad El Quizá, municipio de Cuajinicuilapa. El 25 de marzo su esposo Armando “N” la golpeó y la asfixió. Su cuerpo fue encontrado en su casa en una cama. Antes de ese día, la mujer ya había sido víctima de agresiones por parte del hombre, quien actualmente está prófugo.

El 23 de marzo, Claudia “N”, estudiante del Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de servicios (CBTis) 82 con sede en la ciudad de Taxco, salió de su casa y no regresó; sus familiares hicieron la denuncia correspondiente y la Fiscalía General del Estado (FGE) activó el Protocolo Alba para encontrarla.

Sin embargo, fue hallada en una cueva a unos metros del Cristo Monumental de Taxco el 26 de marzo; calzaba unas sandalias negras y el resto de su cuerpo estaba desnudo. Además, fue violada y le dejaron caer una piedra en la cabeza.

El 27 de marzo, Erika “N” y su hija Fátima “N” fueron encontradas asesinadas a puñaladas en su casa en la colonia Progreso de Acapulco. Ella era empleada en la Secretaría de Seguridad Pública del Puerto. Su pareja, José Luis “N”, un policía municipal, es el presunto responsable del doble feminicidio y actualmente está prófugo.

Ese mismo día María “N”, amuzga originaria de Zacualpan, municipio de Ometepec, fue asesinada a golpes por su marido Juan “N”, en su casa ubicada en la comunidad Los Chegües, perteneciente al municipio de Azoyú. Trascendió que el feminicida metió su cuerpo en un tambo antes de darse a la fuga.

El 30 de marzo, el cuerpo de Paola “N” fue hallado en su casa en la localidad Pico del Monte, municipio de Florencio Villarreal; tenía una herida de 10 centímetros de profundidad en el cuello hecha por un arma blanca.

Sus vecinos, quienes se percataron de algunos detalles, les dijeron a las autoridades que su yerno era el probable responsable del crimen, por lo que fue detenido.

Esa noche, Karime “N”, de oficio abogada, fue asesinada en la puerta de su casa en la colonia Miguel Alemán en Acapulco; hombres con la cara cubierta la agredieron. Cuando la hallaron estaba semidesnuda. El reporte oficial indica que le dispararon; además, cerca de su cadáver quedó una piedra con manchas de sangre, indicio de que fue golpeada en la cabeza con ella.

Ana Karen “N” trabajada en la empresa Estrella de Oro. El 1 de abril fue encontrada muerta en su casa ubicada en el centro de San Jerónimo y estaba en su cama, semidesnuda. A pesar de que en un inicio el reporte oficial indicaba que no tenía lesiones por arma blanca o de fuego y que al parecer murió a causa de un infarto, sí podían apreciarse moretones fue asesinada. No se sabe quién, pero alguien la estranguló. Era madre soltera de tres menores de edad.

Ese mismo día, a la orilla de la carretera federal Acapulco-México, a la altura de la colonia 2 de febrero y atrás del panteón Valle de la Luz, se encontró el cuerpo de una mujer embarazada asesinada y calcinada. Los agentes de la Policía Ministerial presumen que antes del crimen fue privada de su libertad.

A pesar de los avances en los ámbitos legal, y políticas públicas para identificar casos de feminicidio, los reportes policiacos refieren a una “persona del sexo femenino” seguido de la manera en que se asocia su muerte: asesinada a balazos, lapidada, calcinada o por asfixia, pero en ningún momento consignan “víctima de feminicidio”.

Los probables responsables de los crímenes fueron señalados en reportes preliminares policíacos y registros periodísticos locales.  

Sobre los casos en la vía pública

El 23 de marzo por la madrugada, Rubí “N” fue asesinada a balazos mientras estaba en un negocio en el centro de Zihuatanejo y los medios locales reportaron que las autoridades trataron el caso con hermetismo y no proporcionaron mayores datos del crimen.

De la misma forma fue asesinada Ana María “N” en el Tianguis Campesino de la colonia Progreso de Acapulco. Ella era comerciante e iba con un compañero que también falleció a consecuencia del ataque que sufrieron.

Ambos casos deben ser tratados como homicidios con presunción de feminicidio ya que así se estipuló en México a partir de la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación por el caso de Mariana Lima Buendía, asesinada en 2015.

Durante la contingencia por el Covid-19 la Procuraduría de la Defensa de los Derechos de la Mujer, los Centros de Apoyo Interdisciplinario a Víctimas de Violencia en Acapulco y Chilpancingo, y el Centro de Justicia para Mujeres de la Región de La Montaña permanecen abiertos, de acuerdo con la Secretaría de la Mujer.

A la fecha se han registrado 21 casos confirmados y una defunción por Covid-19 en Guerrero; al mismo tiempo, los casos de feminicidio van en aumento: la violencia feminicida no está en cuarentena.

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