Sheila Contreras Alcaraz es Socióloga Feminista con Maestría en Estudios Socioterritoriales. Se ha desempeñado como servidora pública en el Poder Ejecutivo y Poder Legislativo. Ha sido docente en instituciones públicas y privadas y trabajadora independiente en instituciones estatales de Guerrero y Morelos. Ha escrito artículos de opinión y ha participado en diversos procesos de formación pedagógica en torno al feminismo.
Chilpancingo, Gro.
Cambiará la forma en que nos movemos,
construimos, aprendemos y nos conectamos. Simplemente no hay forma de que nuestras vidas se reanuden
como si esto nunca hubiera sucedido.
Aisha Ahmad.
¿Cómo están? ¿Qué piensan? ¿Qué sienten? ¿Cómo se sienten? Les pregunto en este contexto de la cuarentena por el virus COVID-19.
Yo por momentos me siento exhausta, el trabajo de casa, como dicen las abue-mamás, nunca se acaba. Sin duda hay mucho que aprender de todo esto, ello implica, entre otras situaciones, cuestionarnos más seriamente y apresurar las acciones tendientes a transformar la forma tradicional sobre cómo nos organizamos las familias en torno a las actividades del hogar, al cuidado y crianza, sobre el papel del estado y la iniciativa privada en todo esto de lo que se ha hablado sobre la corresponsabilidad de la vida laboral, familiar y personal; y no solo eso, también se ha puesto sobre la mesa el tema de la economía a nivel macro, pero por supuesto a nivel familiar.
He tenido otros momentos en los que pienso en cómo he construido mis relaciones con respecto a mi familia, con mis amistades, con las personas que me rodean, pero sobre todo conmigo misma. Me he sentido abrumada con relación a la falta de trabajo remunerado. A muchas mujeres [¿o quizá solo yo?] nos genera ruido, esta idea de que si no ganas dinero contante y sonante no estás haciendo o aportando nada.
También me he sentido triste. Cierto que me reconozco como una persona huraña, pero extraño la libertad de ir y venir, de estar con mis amistades, con mi familia, de buscar trabajo fuera de casa, o simplemente ir a visitar a mis queridas amigas, ir a algún lado [si ya sé, no es que no la tenga, bueno, siendo mujer, tampoco está garantizada, tristemente, pero por cuestiones que ya todas las personas sabemos sobre los contagios, es mejor estar del lado de la responsabilidad y consciencia social y colectiva, de acuerdo a las posibilidades. Ya sé también que todas las personas, en un país y en un estado como el nuestro, vivimos y gestionamos la cuarentena de manera desigual].
He sentido mucho miedo, miedo de saber que alguna persona cercana a mi pesque el horrible virus, de yo pescarlo. A veces tengo ansiedad, otras pánico. Aquí en casa, en casa de amistades, de mis familiares, desafortunadamente hay alguien que por razones principalmente de trabajo no pueden cumplir con el mantra de: quédate en casa. Todas y todos estamos expuestos/as de alguna manera y eso me aterra.
De aquí debemos tener muchos aprendizajes, y entender de manera colectiva e individual, que algo debemos cambiar, transformar, que algo no estamos haciendo bien frente a la naturaleza, con respecto a nuestra organización económica, política, social.
No estábamos preparados/as para esto, bueno al menos yo no. Me he dado cuenta que necesito fortalecer mis herramientas psico-emocionales para enfrentar situaciones como estas, que si bien hemos tenido experiencias colectivas terribles que nos han puesto a prueba como humanidad, creo que esto nos recuerda la urgente necesidad de cuestionar todo el tema de la salud mental.
Si, a veces me activo en modo positivo, me animo a mí misma, nos animamos entre nosotras, las amigas, las hermanas, las familias, pero la incertidumbre está ahí, al menos a mí, acechándome. Busco ocupar mi mente en otras actividades, este tiempo en soledad y bajo estas circunstancias me he enfrentado conmigo misma, ver lo que he hecho y ya no quiero hacer, lo que no he hecho y he empezado hacer. Quizá esto tiene relación [casi seguro] con el miedo a la muerte [si también sé que es un hecho natural, pero como dice Norbert Elias en su ensayo La soledad de los moribundos, el miedo a la muerte está profundamente arraigado en la cultura].
También he experimentado una imperiosa necesidad de hacer muchas cosas a la vez, y claro, termino cansada, esto lo comprendí mejor cuando leí el artículo de Aisha Ahmad, titulado ¿Por qué deberíamos ignorar toda esa presión de extrema productividad inspirada por la crisis del coronavirus?, [acá les dejo la liga], en él, la autora, con experiencia en crisis en el mundo, explica que lo que ella ve detrás de la lucha por la productividad para tratar de mantener una sensación de normalidad, es una suposición peligrosa, y menciona, es una tontería sumergirse en un frenesí de actividad u obsesionarse con la productividad en este momento. Eso es negación y autoengaño. La respuesta emocional y espiritualmente sana es prepararse para ser transformados para siempre.
En fin queridas y queridos lectores, esto ha sido una bomba de sentimientos y emociones, en estos momentos, y como aprendizaje, me ha funcionado bien reconocer y aceptar cada sentimiento y emoción que he experimentado hasta el día de hoy, se los comparto porque quizá alguien que me lea este pasando por algo igual o similar. Vamos a salir de esta, necesitamos fortalecer nuestra consciencia colectiva e individual.
Les abrazo con el corazón.
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