Emiliano Lucena/ Ozomatlán, Huitzuco
Una lona, cuatro litros de gel antibacterial y un cubrebocas, que «me dijeron era para mí”, fue todo lo que entregaron las autoridades municipales para aproximadamente 600 habitantes, informó la comisaria de San Francisco Ozomatlán, Angelina Catalán Venancio, comunidad de Huitzuco de los Figueroa.
Ante el miedo de que el COVID-19 llegue a la región, el lunes las autoridades comunitarias de Tula del Río, San Francisco Ozomatlán, Totolcintla, Oxtotipac y Ahuetlixpa se reunieron en Tula para organizar su combate contra el coronavirus. Acordaron que sus habitantes pueden visitarse entre comunidades, un toque de queda a las 10 de la noche, revisiones en las entradas, y a personas extrañas no les permitirán el acceso.
San Francisco Ozomatlán es una comunidad nahua que está situada a un costado del río Balsas, a 41 minutos en vehículo desde la capital del estado sobre la Autopista del Sol. Aquí los habitantes todavía hacen sus actividades normalmente, van por los caminos y calles con mulas y caballos cargados de leña y agua, algunos mototaxis recorren a toda prisa de pueblo en pueblo y las tiendas de abarrotes están abiertas. Las escuelas son las únicas cerradas.
Los habitantes tienen incertidumbre de cuándo volverán las clases normales, porque aquí la mayoría de los alumnos y padres no tienen computadora o dispositivos con conexión a internet.
Angelina contó que muchos ciudadanos de Ozomatlán son jornaleros en Michoacán y Colima, sin embargo, pidió que todos los familiares y vecinos que trabajen en ciudades afectadas por el virus se queden allá, mientras pasa la contingencia.
Días antes de que tomaran medidas, la comisaria supo que dos personas que vivían en la Ciudad de México llegaron al pueblo para pasar con su familia la cuarentena, y sólo les pidieron que se quedaran en su casa los 14 días que saben es el tiempo en el que se incuba el virus.
Los ciudadanos de Ozomatlán no pueden darse el lujo de enfermarse. Tienen un sólo centro de salud con un médico que está de lunes a jueves, ya que no es de ahí y viaja a Acapulco, por lo que saben. Buscan prevenir entregando gel desinfectante en la entrada del pueblo a quien no sea de la comunidad. Allí no hay farmacias y durante la ausencia del médico el centro de salud está cerrado con candados.
En el centro de salud hay dos camas y unos cuantos medicamentos, “a las autoridades les pedimos otro médico para que el centro de salud esté abierto todos los días”, pidió la comisaria del pueblo.
Dos veces a la semana tres urvans de Ozomatlán viajan hacia Michoacán, Jalisco y Colima con familiares que visitan a los jornaleros, sin embargo, debido a la pandemia sólo una continúa trabajando.
Fulgencio Catalán Reyes, chofer de esa ruta, comentó que la semana pasada policías de éstos estados les recomendaron dejar de ir, además de dotar a cada pasajero con cubrebocas y gel antibacterial al subir y bajar, y lavar el vehículo.
Él prefirió parar a pesar de que es su sustento, no quiere desobedecer las indicaciones de las autoridades ni enfermarse. Cuando puede, acompaña en la entrada de vigilancia del pueblo.
En el acceso de Ozomatlán cuelga sobre un árbol una lona en la que se lee: «Si recién llegaste a nuestro municipio debes aislarte 14 días tengas o no los síntomas, seamos responsables». Diariamente un policía y una autoridad local se turnan la vigilancia del acceso, aunque también los vecinos se ofrecen para apoyar en las actividades.
Angelina Catalán comentó que en el pueblo vecino un gringo que se lleva a jornaleros de esa región les regaló un termómetro y una bomba sanitizante, ella también solicitó al Ayuntamiento los mismos aparatos.
Prevenir que llegue el coronavirus a esta región es el reto que ocupa a los habitantes de San Francisco Ozomatlán ante las carencias de salud en las que viven. Las noticias en la televisión y familiares que radican en otras ciudades son sus fuentes más cercanas respecto a la mortalidad del virus, que en México ya cobró 546 vidas y 6 875 infectados hasta el corte del gobierno federal del 17 de abril.