Subsistir de la amapola

Carlos Navarrete Romero/ San Miguel Totolapan, Gro.

Félix quería ser contador público pero terminó siendo amapolero.

Su generación es la tercera en la familia que se dedica a producir esta planta, materia prima en la elaboración de heroína, una de las drogas sintéticas de mayor consumo en Estados Unidos. A él le enseñó su padre, y a éste su abuelo.

A sus 22 años tiene certeza de una sola cosa: se esforzará lo necesario para que su hijo, de 2 años, rompa el ciclo y estudie una carrera universitaria.

“Le voy a echar ganas para que mi hijo no pase por lo mismo que yo estoy pasando. Aquí no hay la posibilidad para que aprendan, así que le voy a echar ganas para tener un ahorro y mandarlo para allá abajo a estudiar”.

Un campesino de la comunidad de Mozimba durante el proceso de raya de la amapola. Foto: Carlos Navarrete Romero.

Félix Ortíz Estrada, de 22 años, es uno de los productores más jóvenes de Mozimba, comunidad enclavada en la Sierra de San Miguel Totolapan, el segundo municipio de Guerrero –sólo después de Tlacotepec- que más superficie destina de su territorio a la siembra de amapola.

Dejó la preparatoria a medias. Aspiraba a ser contador, sin embargo la falta de recursos y la violencia generada por grupos del narco lo obligaron a regresar a su comunidad y desde hace cinco años se dedica a la siembra del opiáceo.

De acuerdo con estimaciones del Observatorio por la Paz y Desarrollo de la Sierra, en Guerrero son 40 municipios los que producen amapola, principalmente en la zona serrana, misma que desde hace años busca ser reconocida como la octava región económica de Guerrero.

Los reportes de la organización establecen que la superficie destinada a la siembra de amapola en todo el estado es de 50 mil 286 hectáreas, de las cuales 15 mil 892 se ubican en Tlacotepec y 10 mil 14 en San Miguel Totolapan.

Plantío de amapola en la sierra de San Miguel Totolapan. Foto: Carlos Navarrete Romero.

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El Observatorio afirma que, por sus características, el programa Sembrando Vida, que promueve el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, es una oportunidad para que los campesinos de Guerrero sustituyan la amapola por otros productos.

El programa busca incentivar a los campesinos a establecer sistemas productivos agroforestales que combinan la producción de los cultivos tradicionales en conjunto con árboles frutícolas y maderables a cambio de un pago mensual.

Sin embargo advierte que se está mal ejecutado: el programa proyecta atender 50 mil hectáreas en toda la entidad, superficie que alcanzaría apenas para cubrir la demanda en la Sierra.

En el caso específico de San Miguel Totolapan, de sus 114 comunidades solo dos fueron incluidas en el programa: Lomillos y Mozimba. En ésta última únicamente hay 23 beneficiarios, pese a que son 150 los campesinos que radican en ese lugar, la mayoría de ellos amapoleros.

De los 15 municipios que tienen Sierra, en 14 se produce la planta, sin embargo sólo el 30 % de esa región fue considerada dentro del programa.

Foto: Carlos Navarrete Romero.

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Nolberto Verónica Juárez, de 50 años, es uno de los amapoleros veteranos de Mozimba. Su incursión en esa actividad inició cuando tenía 20 años, acción que han replicado todos sus hijos.

Afirma que el estereotipo del productor de amapola está muy alejado de la realidad, pues la mayoría son de escasos recursos y no tienen otra fuente de ingreso, situación que se agravó en 2018 con la caída del precio del kilo de goma, que pasó de 26 mil a solo 4 mil pesos.

Niega que sean los responsables de la violencia que azota en la entidad o que se estén enriqueciendo a costa de la vida de las víctimas. La mayoría apenas obtiene recursos para alimentar a su familia, por lo que la educación, y muchas veces la salud, se ve sacrificada.

“Para mucha gente nosotros somos los autores de la violencia, piensan que vivimos con lujos o que tenemos mucho dinero, pero no es así. Se siente mal cuando dicen que los de la sierra tenemos toda la culpa, mas no saben que somos la zona más olvidada por las autoridades”.

Nolberto reconoce que, por su clima, los pobladores de Mozimba podrían sembrar productos legales que son bien pagados en las zonas urbanas de la entidad, como el aguacate, el durazno o la pera, pero las condiciones de sus carreteras y las distancias hacen imposible trasladar la mercancía. Con la amapola no se preocupan por eso, pues los compradores suben hasta la comunidad para llevarse la goma que producen.

“Si nosotros tuviéramos el suficiente apoyo, proyectos para nuestro bosque forestal, ni un día me iría yo a trabajar la amapola, ni un recurso iba a invertir yo en la amapola ¿Por qué? Porque me iba a sobrar trabajo, tenemos mucho de qué vivir aquí: buenas tierras, buenos bosques, pero nomás le faltan proyectos del gobierno, aquí ya nadie quiere seguir sembrando amapola”.

Foto: Carlos Navarrete Romero.

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Actualmente el kilo de goma tiene un valor de entre 6 mil 500 y 7 mil pesos. En una sola hectárea de tierra los campesinos pueden producir hasta 4 kilos en un lapso de 3 meses, pero para conseguirlo deben invertir cerca de 15 mil pesos.

Antes de la caída del precio, los compradores subían a Mozimba cada 8 días para llevarse la goma producida en la comunidad. Ahora lo hacen una vez al mes.

Aún en su peor momento, la amapola sigue siendo el único ingreso para cientos de familias de la Sierra de Guerrero. Pero sostenerse no ha sido fácil. Los campesinos sufren el hostigamiento constante del Ejército, que realiza recorridos en tierra y aire para destruir sus plantíos.

Esta situación los pone en jaque. Por un lado el gobierno no les genera oportunidades de desarrollo, pero tampoco les permite subsistir con lo único que les deja dinero, condenándolos a vivir en la ilegalidad y rodeados de carencias.

Con las fumigaciones el Ejército no sólo mata la amapola, también los pinos y otros cultivos, además contamina los manantiales y ríos de la comunidad.

Panorámica de la comunidad de Mozimba, en la sierra de San Miguel Totolapan. Foto: Carlos Navarrete Romero.

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Para Reynaldo Ortíz Bello, quien lleva 30 años de su vida sembrando amapola, la situación en la sierra podría salirse de control.

“El gobierno no nos trae proyectos, con la amapola ya no nos dejan ¿De qué vamos a vivir? Todos los que crían borreguitos, vaquitas, se los llevan allá abajo y los dejan baratísimo ¿De qué va a vivir ese campesino? El gobierno federal ya le está haciendo un reto al campesino con eso que andan haciendo y va a llegar el tiempo en el que ya no habrá salida para el campesino y se le va a venir enfrentando al gobierno aunque sea a machetazos, porque no hay de otra”.

Lamenta que las autoridades no comprendan la importancia de llevar desarrollo a esa región, pues gracias a sus bosques existe agua suficiente para abastecer a los municipios de la Tierra Caliente y de la Costa Grande del estado.

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En Mozimba se siembran tres tipos de amapola: la roja, la blanca y la morada. Pero las tres generan el mismo residuo que se utiliza para producir la heroína. Contrario a lo que se puede pensar, aquí nadie porta cuernos de chivo, tampoco hay una disputa entre grupos del narco para controlar la zona. Su único problema es el abandono de las instituciones que prometieron un futuro más próspero, uno que aún no se sabe cuándo llegará.

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