Alina Navarrete Fernández/Chilpancingo, Gro.
El 25 de mayo del 2015, José Luis fue diagnosticado con VIH. Por un azar, alguien cercano a un amigo suyo necesitaba voluntarios para aplicar la prueba y cumplir con su Servicio Social; sin embargo, el resultado era ambiguo, tuvo que ser canalizado a la Jurisdicción de Salud en donde le hicieron la prueba sanguínea.
La espera estuvo llena de incertidumbre, José Luis, originario de Chilpancingo, ya había sufrido una drástica pérdida de peso y aftas bucales, aunque los síntomas fueron aleatorios por lo que nunca los ligó con el Sida.
Durante los 15 días que tardó en recibir el resultado contundente de su contagio, no tuvo ningún tipo de acompañamiento psicológico.
El historiador y artista plástico recuerda que ese periodo fue difícil, pues de manera parca le confirmaron el diagnóstico y lo canalizaron al Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención en SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual (CAPASITS); pasó un año antes que él aceptara el tratamiento.
“Me veía vulnerable en una situación social, en una situación de enfermedad, yo creo que el problema más drástico que tiene un paciente con VIH o diagnosticado con VIH es aceptar que tiene el virus y canalizarse”, dijo en entrevista con Réplica.
Para José Luis el protocolo clínico fue “tan ominoso” que prefirió pausarlo, como también lo hacen varios pacientes, debido a que el proceso de aceptación tarda mucho y “por desgracia” no cuenta con un acompañamiento por parte del sector salud.
“Hay una perspectiva medicalista: ‘está diagnosticado’, es procesado y ya, de ahí no pasa el acompañamiento”. En su experiencia, hay un intento de los burócratas “de ser empáticos” pero se queda en eso ante “una realidad abrumadora”.
Actualmente, en Guerrero hay 12 mil 951 personas contagiadas con VIH, de las cuales 376 fueron confirmadas en los últimos 11 meses, de acuerdo a cifras de la Secretaría de Salud Federal. El virus afecta principalmente a hombres, la mayoría de la comunidad LGBTTI, aunque también hay mujeres diagnosticadas.
El último Informe Histórico elaborado por el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de VIH, que depende de la Secretaría de Salud Federal y abarca desde 1983 hasta el tercer trimestre del 2020, indica que Guerreo ocupa el octavo lugar nacional en casos notificados y el sexto, junto con Morelos, en incidencia de contagios con un total de 8.9 por cada 100 mil habitantes, por arriba de la media nacional que es de 5.1, según las estadísticas del país.
Cuando José Luis aceptó el tratamiento, gracias al apoyo de su pareja (alguien externo al sector salud), estaba delicado y ya con síntomas de Sida; con los años, su estado clínico cambió, a pesar de que sigue teniendo VIH ya es intransmisible, es decir, ya no puede contagiar a otras personas.
Para él, aceptar su diagnóstico significó transformar sus relaciones familiares y sociales, hasta enfrentarse a prejuicios religiosos. “Al principio fue una situación de estar conviviendo con ellos y ellos en una situación de convivir conmigo, pero viéndome como un muerto, alguien con una enfermedad terminal, eso fue muy complicado”, recuerda.
“Cuando se vive sin información es muy difícil explicar a la familia o amigos, de pronto se comienza una secuencia de lutos extraños, te dan por muerto antes de que pase algo más y es difícil batallar con eso, hay todavía este estigma de que alguien con VIH es alguien que se va a morir, como pasaba en los 80’s porque no había asistencia médica, no había conocimiento adecuado y se vivía con estos grandes imaginarios alrededor de la enfermedad”.
Fue a partir del diálogo y de la concientización que José Luis logró vencer esos prejuicios, ahora se dedica al comercio. A partir de esta situación, su vida cambió en cuanto a los cuidados de su cuerpo, evita los excesos y tiene las precauciones debidas en su actividad sexual.
El 1 de diciembre se conmemoró el Día Internacional de la Lucha contra el Sida, ese día el titular de la Secretaría de Salud Estatal, Carlos de la Peña Pintos, dijo que el Gobierno del Estado estableció el lema: “Solidaridad mundial, responsabilidad compartida” en el marco de la fecha; además aseguró que hay un 90 por ciento de tratamientos asegurados para las personas con VIH en la entidad.
Al respecto, José Luis consideró que es necesario eliminar la idea de que la entrega de medicamentos es un logro del Estado, no sólo porque es su obligación, sino porque fueron los colectivos LGBTTI los que, a través de manifestaciones y gestiones, consiguieron que se le brindara la atención adecuada a los pacientes con VIH, así como que se entienda que la salud es un derecho.
El tratamiento para los pacientes con VIH es costoso, dice José Luis, un medicamento puede costar hasta 10 mil pesos y hay personas que necesitan tres al día; además, algunos sufren depresión y necesitan medicinas adicionales para atender esta condición, por ello es importante el logro de los activistas en cuanto al suministro gratuito.
“Yo creo que actualmente hay una gran contradicción porque el Estado, si bien supuestamente garantizó (el medicamento) desde el otro año y este piensa en ‘solidaridad’, es contradictorio porque sigue habiendo desbasto sobre todo en la Ciudad de México y esto se debe a la nueva configuración del sistema que emplea Morena, que de pronto piensa en restructurar dependencias del Estado y esto tiene efectos como el desabasto (de medicamentos) y falta de personal en los CAPASITS”, dijo.
José Luis considera que los pacientes con VIH son “víctimas colaterales” de los cambios que implementó el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, “no hay una parte empática, no hay un estudio del impacto, posiblemente el punto es eliminar la corrupción, pero tiene que repensarlo, una cosa es la situación política y otra son los implicados que hay de por medio”.
Ante la pandemia del COVID-19, José Luis dijo que hay “un choque interesante” pues la pandemia del VIH en los 80’s “nos dejó como experiencia que la única solución para poder enfrentar el Sida es mediante la prevención, la información y la concientización, que es lo que nos está costando en la actualidad”.
“El problema de la pandemia ahora es que si bien el gobierno tiene la obligación de generar la concientización, la prevención, la distribución y todo lo que tenga que ver con cómo se van a hacer las relaciones sociales actualmente de convivencia y de más, no estamos proponiendo nada como sociedad, estamos acatando pero no estamos generando alternativas”, como sí ocurrió en el caso del VIH.