En memoria a las víctimas del holocausto

Hipólito Lugo Cortés tiene una licenciatura en Derecho, maestría en Ciencias, Área de Derecho Público, y estudios de doctorado en Derechos Humanos. Es visitador de la Oficina en Guerrero de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Fue secretario ejecutivo, secretario técnico, visitador general, y presidente del Comité para la Investigación de la Desaparición Forzada de Personas. También se desempeñó como presidente interino en la Comisión de los Derechos Humanos del Estado de Guerrero.

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A partir de un día como hoy, 27 de enero pero del 2006, se celebra el Día Mundial de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto, con el objetivo específico de crear conciencia y rescatar la importancia de la memoria histórica como una medida para evitar la repetición de los actos aberrantes contra la humanidad que se cometieron por la Alemania nazi; en pocas palabras, aprender del pasado para transitar a un mejor futuro.

António Guterres, Secretario General de la ONU hace énfasis en que “ahora más que nunca debemos unirnos en la lucha por los valores universales y construir un mundo de igualdad para todos”.

Es importante y trascendente, que de ninguna manera la humanidad olvide las atrocidades acontecidas en el Holocausto, propiciadas por el gobierno alemán permeado bajo el dominio nazi, que acuñó una política de estado basada en la eliminación del más elemental de los derechos humanos, como lo es el derecho a la vida, llevando a cabo prácticas institucionalizadas intrínsecamente discriminatorias motivadas en el origen étnico, en la religión, creencias políticas, incluso en la orientación sexual.

Se calculan 17 millones de personas asesinadas, entre los que se ubican judíos, soviéticos, polacos, prisioneros de guerra, discapacitados, etc., al ser considerados infrahumanos o indeseables por sus victimarios, con mentes atrofiadas por aires de supremacía racista.

A pesar de los esfuerzos de paz de Naciones Unidas, en la época reciente hay experiencias negativas, así por ejemplo, no me cabe la menor duda que esas ideas retrogradas de la Alemania nazi, permearon en el discurso y en el accionar del expresidente de los Estados Unidos Donald Trump durante su campaña incluso en el ejercicio de su mandato; diversos acontecimientos así lo evidencian. Solo me refiero al más reciente, el sucedido el 6 de enero de 2021, cuando una turba inducida por ese discurso de violencia, de alejamiento de las reglas elementales de la democracia, asaltó con violencia el Congreso de ese país, pudiendo ocasionar consecuencias mayores a las ocurridas.

Hechos que motivaron la reacción de quien tiene como mandato el observar que se respetan los derechos humanos en el mundo, como lo es Michelle Bachelet, Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, quien expresó su “profunda preocupación” ante los hechos suscitados en la sede del Congreso y del Senado de Estados Unidos, por los enardecidos seguidores de Donald Trump, quienes con actos de violencia rechazaban el triunfo de Joe Biden en las elecciones de ese país; y, aseguró que esos hechos demuestran la consecuencia de la incitación a la violencia y el odio por los líderes políticos, en franca alusión a Trump; al igual se pronunció el referido Secretario General de la ONU, porque los políticos inculquen a sus seguidores el rechazo a la violencia y el respeto por la democracia y a la ley.

Ya lo decía el gran abogado y líder pacifista Mahatma Ghandi que “no hay camino para la paz: la paz es el camino,” y creo que aún nos falta mucho por caminar, a pesar de los esfuerzos internacionales, como los de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, (UNESCO), que persigue el objetivo de establecer la paz mediante la cooperación internacional en materia de educación, ciencia y cultura, en cuya constitución se estableció que «puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres y las mujeres, es en la mente de los hombres y las mujeres donde deben erigirse los baluartes de la paz,» ni más ni menos que esto se logrará al impulsar y fortalecer la educación en y para la tolerancia, la solidaridad, la concordia y el respeto a los derechos humanos de todas y todos.

No más odio y racismo, alto a los genocidios, sí a la paz y a la creación de conciencia del respeto entre todas y todos.

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