Actos de barbarie inaceptables

Hipólito Lugo Cortés tiene una licenciatura en Derecho, maestría en Ciencias, Área de Derecho Público, y estudios de doctorado en Derechos Humanos. Es visitador de la Oficina en Guerrero de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Fue secretario ejecutivo, secretario técnico, visitador general, y presidente del Comité para la Investigación de la Desaparición Forzada de Personas. También se desempeñó como presidente interino en la Comisión de los Derechos Humanos del Estado de Guerrero.

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En esta realidad social se registran hechos de violencia que nos imposibilita no referirnos a ellos, y ser indiferentes o insensibles; pues nos causan profunda indignación por el contexto de barbarie, de salvajismo con los que se cometen, y no debemos acostumbrarnos a vivir en una sociedad así, deshumanizada.

Sólo como punta del iceberg, están los actos de barbarie sucedidos en la comunidad de San José de Gracia, Michoacán, donde fueron asesinados –fusilados-, un número aún indeterminado de personas que se encontraban en un velorio; o bien, los actos de violencia extrema sucedidos en el estadio Corregidora en Querétaro, donde los aficionados del equipo de fútbol Atlas, fueron severamente agredidos por los seguidores del Querétaro, hechos que se viralizaron en las redes sociales.

Grave resultaría que se acreditara que fue una agresión premeditada, como lo han externado algunos protagonistas de los hechos, por ello, es necesaria una exhaustiva, pronta e imparcial investigación para lograr el castigo a los perpetradores de esas agresiones.

Resulta denigrante a la conciencia humana observar esas imágenes, evidencia la descomposición social a la que hemos llegado y pone en entredicho nuestro avance civilizatorio, dada la saña y crueldad indescriptibles de las que fuimos espectadores.

Ser violento no está determinado por herencia genética, la violencia es resultado de una construcción adquirida socialmente; pero no pretendo analizar la problemática de la violencia desde mi limitada perspectiva personal, sería un despropósito, pues para ello este fenómeno requiere de un prisma multidisciplinario; sólo deseo expresar mi indignación como integrante de esta sociedad.

Vimos la ausencia del valor de la tolerancia, del respeto a la diversidad y entre unos y otros, lejanas se quedaron aquellas enseñanzas humanistas del emblemático líder pacifista Mahatma Gandhi, cuando señalaba que «la no violencia es la mayor fuerza a disposición de la humanidad. Es más poderosa que el arma de destrucción más poderosa concebida por el ingenio del hombre».

Afortunadamente se ha informado por las autoridades de la detención de 14 personas, y de un número igual de órdenes de aprehensión emitidas, que serán acusadas de homicidio en grado de tentativa, apología del delito entre otros.

Frente a esta una crisis de valores, es grato dar cuenta de un caso que también está llamando la atención, como una muestra de estar en desacuerdo con esas agresiones, lo es el hecho de que una madre de un joven presunto responsable de esa violencia, lo entregó a las autoridades; esto representa una luz en la oscuridad, y de que nuestros principios y valores aún pueden prevalecer, para reivindicar nuestra condición humana.

Resultaría un gran error, el acostumbrarnos a un entorno de violencia, de inseguridad, pues ocasionaría la ruptura del tejido social y la consecuente negación del tan trillado Estado de Derecho.

Fue mancillada la dignidad humana de las víctimas al ser agredidas, lesionadas, un flagrante atentado a la convivencia pacífica que se debe caracterizar en el respeto de todas y todos.

Es necesario reafirmar la importancia universal del principio de la no violencia y abrigar el deseo de asegurar una cultura de paz, tolerancia, entendimiento y no violencia; de nosotros depende que no sólo sea una aspiración, sino una realidad.

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