Opinión: Cáncer cervical, el cuarto más diagnosticado entre mujeres

Euclides Avila Chávez es Químico Farmacéutico Biólogo, Maestro en Ciencias Químicas con especialidad en Bioquímica y Doctor en Ciencias por la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente es Investigador en Ciencias Médicas en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán en la CDMX donde dirige proyectos de investigación enfocados a la regulación de la expresión genética por hormonas esteroides y por prostaglandinas en modelos de tumores de importancia ginecológica como son el cáncer de mama y el cervicouterino. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores y tutor de maestría y doctorado en Ciencias Biológicas y Biomédicas  de la UNAM, docente en la Facultad de Química de la UNAM.

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En previas publicaciones de este espacio se han abordado aspectos del cáncer de mama, el tumor más diagnosticado en el 2020 según datos de la Organización Mundial de la Salud. En la presente Opinión retomaré algunos datos relevantes acerca de otro cáncer de gran importancia en la población femenina en México y en el mundo: el cáncer cervicouterino, también conocido como cáncer cervical o cáncer del cuello de la matriz.

El cáncer cervicouterino es uno de los tumores más frecuentes en las mujeres en todo el mundo ocupando el cuarto lugar de más casos diagnosticados por detrás del cáncer de mama, de colon y de pulmón. El cáncer cervicouterino tiene más presencia en países pobres o en vías del desarrollo porque esos países no disponen de los sistemas de detección de la enfermedad en sus fases tempranas y debido a los pocos recursos destinados para su tratamiento. En cambio, los países más desarrollados tienen la infraestructura necesaria para la prevención de la enfermedad con vacunas apropiadas, el diagnóstico temprano, así como también para el tratamiento oportuno al cáncer cervicouterino, razones por las cuales en el mundo desarrollado el cáncer cervicouterino es poco frecuente.

El cáncer cervicouterino tiene como su principal causa la infección persistente por un tipo de microbio conocido como virus del papiloma humano de alto riesgo. La buena noticia es que la gran mayoría de las infecciones por estos virus se curan solas mediante la intervención del sistema inmunológico; sin embargo, es muy común que ocurran reinfecciones por este virus y cuando las defensas se encuentran bajas por diversas causas, el virus del papiloma causa lesiones en el cuello uterino que no producen síntomas y que pueden agravarse después de muchos años para desarrollar el cáncer cervicouterino.

Los virus del papiloma humano se contraen a través de relaciones sexuales; por eso, la historia de la vida sexual de las mujeres y de los hombres es muy relevante para el cáncer cervicouterino y otros tumores relacionados con la infección de este virus como el cáncer de vagina y vulva en las mujeres, de pene en los hombres, y de ano y orofaríngeo tanto en hombres como en mujeres.

El cáncer cervicouterino se presenta más frecuentemente en mujeres que inician su vida sexual a edad temprana, que tienen múltiples compañeros sexuales o varios embarazos a término; así como que se embaracen muy jóvenes y que lleven a término esos embarazos. Todos estas situaciones incrementan las oportunidades de contacto del tracto femenino con el virus del papiloma humano o con otros microbios que ocasionan infecciones de transmisión sexual como las bacterias Chlamydia trachomatis o Neisseria gonorrhoeae e inclusive por otros virus como el virus herpes tipo 2 entre otros. Adicionalmente, la inflamación crónica del cuello uterino causada por componentes del semen también favorece la aparición del cáncer cervicouterino, al igual que el uso prolongado de anticonceptivos orales, el tabaquismo, la ingesta pobre de frutas y verduras, los antecedentes de cáncer cervicouterino en la familia, la obesidad y la deficiencia de vitamina D. De particular importancia para nuestra población mexicana se encuentran factores sociales que favorecen el desarrollo del cáncer cervicouterino como el miedo o la vergüenza de la mujer a ser revisada en sus partes íntimas, las inequidades de género y en general, el bajo nivel socioeconómico y educativo.

Desde hace más de 15 años existen vacunas eficaces y seguras destinadas a evitar las infecciones por el virus del papiloma humano d, las cuales se han aplicado en muchos países en los que se ha logrado disminuir de manera importante la aparición del cáncer cervicouterino hasta en un 70%. Estas vacunas generalmente se administran tanto en niños y en niñas de 11 y 12 años, edades previas al inicio de la vida sexual. Se vacunan niños y niñas contra el virus del papiloma humano porque así se evitan en la vida adulta infecciones por este virus que causan los tumores mencionados anteriormente.

El uso del condón, así como la vigilancia de la aparición del cáncer cervicouterino o sus lesiones precursoras, y el tratamiento oportuno de las lesiones precancerosas son estrategias muy importantes para prevenir la aparición del cáncer cervicouterino avanzado, principalmente en mujeres en edad reproductiva. Estas estrategias de tamizaje incluyen la citología del cuello uterino (conocida como Papanicolaou), la inspección visual del cuello uterino y las pruebas de detección de los virus del papiloma humano. Entre los tratamientos para eliminar las lesiones precancerosas del cuello uterino se encuentra la conización cervical y la crioterapia.

Los casos de cáncer cervicouterino avanzados se tratan con una combinación de estrategias terapéuticas que incluyen cirugía, radioterapia y quimioterapia, los cuales dependen de la etapa del tumor. Es importante mencionar que las pacientes con cáncer cervicouterino diagnosticado en las etapas iniciales de la enfermedad generalmente tienen un excelente pronóstico pero lamentablemente la sobrevivencia disminuye drásticamente cuando el diagnóstico inicial se hace en fases avanzadas que incluyen la invasión de las células tumorales a tejidos distantes, lo cual constituye el cáncer cervicouterino avanzado con metástasis.

Estos datos refuerzan el hecho de que la prevención del cáncer cervicouterino es muy relevante en mujeres jóvenes. En países donde hay enormes desigualdades en el sistema de salud como ocurre en América Latina, la mortalidad por cáncer cervicouterino es tres veces mayor en comparación con Estados Unidos y Canadá.

Ahora que la pandemia COVID-19 parece haber sido superada, es recomendable que las mujeres jóvenes retomen sus estudios de Papanicolaou y revisiones periódicas para prevenir el cáncer cervicouterino. También es muy importante la valoración médica inmediata de las mujeres que presenten sangrados vaginales no relacionados con sus períodos menstruales normales o que presenten flujos vaginales con fuertes olores porque estos podrían ser los síntomas de un cáncer cervicouterino.

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