Nutrición infantil, un reto para México

José Isaid León Rodríguez es licenciado de nutrición y ciencia de los alimentos con maestría en ciencias de la educación. Se ha desempeñado como asesor nutricional del equipo de división profesional Los Avispones de Chilpancingo. Ha sido conferencista a nivel nacional e internacional en temas de nutrición en la infancia y adolescencia, y coordinador del consultorio de nutrición Equilibrato. Nutriólogo capacitador del personal de la Secretaría de Salud en Guerrero, y docente en la Universidad Autónoma de Guadalajara en el área de nutrición del deporte

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En México, el 30 de abril se celebró el día del niño, sin lugar a dudas una etapa muy bonita en la cual los niños están llenos de energía, vitalidad y de una inocencia característica que te esbozará una sonrisa por todas las ocurrencias que tienen. 

La mayoría de los niños en México celebran este día con regalos, sorpresas en las escuelas y en casa. Son muy consentidos con eventos para ellos toda esta semana como obras de teatro, actividades en museos interactivos y en fiestas donde se sirven todos los alimentos que contienen hoy en día una gran cantidad de sellos de advertencia por exceso de azúcares refinados, exceso de sodio y de grasa saturadas, en pocas palabras, todos los alimentos ultraprocesados que la mayoría de las personas saben que su consumo en grandes cantidades puede perjudicar la salud. 

Lo más delicado de este asunto de las celebraciones es que culturalmente la comida siempre esta inmersa en una celebración y tiene un rol importante. Siempre que vamos a hacer una fiesta pensamos con qué tipo de alimentos vamos a consentir a nuestros invitados, y claro está, parte de celebrar con alimentos no es algo malo, al contrario, queremos dar siempre lo mejor para nuestros invitados, pero siempre tendemos a escoger alimentos ultra procesados (refrescos, jugos embotellados, helados, pasteles, frituras y la famosa comida rápida) y combinamos varios de estos seudo alimentos para festejar a los niños en su día, y recordemos que estadísticamente somos el país con más niños con sobrepeso y obesidad en el mundo.

La prevalencia de sobrepeso y obesidad en niños está en aumento en muchos países del orbe y, a pesar de ser un problema que ha sido estudiado sistemáticamente desde hace más de 40 años, aún está lejos de ser resuelto, y contrariamente a lo que se cree, su mayor crecimiento e impacto está ocurriendo en los países pobres y en vías de desarrollo.

En el ámbito mundial para el año 2018 el número de niños menores de 5 años con sobrepeso era de 38 millones, de los cuales, 27.2 millones vivían en Asia y África. Actualmente en las Américas, 5.6 millones de niños son portadores de sobrepeso u obesidad, los cuales coexisten con un número aún importante de niños con desnutrición, lo cual se conoce como “doble carga de la malnutrición y obesidad”, un hecho que forma parte del fenómeno de la transición nutricional.

En nuestro país, el sobrepeso y la obesidad afectan a más del 75% de las personas adultas, y al 35.6 % de la población infantil. Cifras que nos ubican como primer lugar a nivel mundial en obesidad infantil, y el segundo en adultos, superado solamente por los EE. UU.

La obesidad es una enfermedad crónica de comportamiento epidemiológico complejo que se origina de la interacción entre factores genéticos y ambientales, entre los que destacan los patrones de alimentación y el consumo calórico diario, así como el grado de actividad física.

Según la Organización Mundial para la Salud (OMS), la obesidad se define como una acumulación anormal y excesiva de grasa corporal. Para el diagnóstico de esta condición en niños y adolescentes se utilizan tablas diseñadas por la OMS que definen a un individuo con sobrepeso como aquel con un IMC superior al percentil 85 pero inferior al percentil 95, y con obesidad aquellos individuos con un IMC por encima del percentil 95 para una edad y sexo específicos.

La obesidad en la edad pediátrica constituye uno de los problemas de salud pública más importantes de nuestra sociedad, no sólo porque su incidencia está aumentando de forma considerable, sino porque la obesidad del niño tiende a perpetuarse en la adolescencia, y la del adolescente, en la vida adulta.

 La obesidad infanto-juvenil constituye un factor de riesgo para el desarrollo a corto (infancia y adolescencia) y a largo plazo (vida adulta) de complicaciones ortopédicas, respiratorias, cardiovasculares, digestivas, dermatológicas, neurológicas y endocrinas, de ciertas formas de cáncer y, en general, se traduce en una menor esperanza de vida. Además, los niños obesos tienen una imagen muy deteriorada de sí mismos y se sienten inferiores y rechazados. El acoso del que muchas veces son víctimas dificulta tanto a corto como a largo plazo su desarrollo social y psicológico.

Uno de los principales determinantes de la obesidad es la mala alimentación, detonada por entornos no saludables. El alto consumo de bebidas azucaradas y productos ultraprocesados, particularmente entre la población infantil, propiciado por los determinantes comerciales, la alta disponibilidad y la publicidad agresiva y omnipresente, ha desplazado el consumo de alimentos saludables como frutas y verduras, tortillas de maíz y leguminosas.

Es fundamental modificar los entornos y mejorar las políticas alimentarias para fomentar una alimentación saludable y sostenible, promoviendo el consumo de agua natural, frutas y verduras frescas y de temporada, con consumo local, en lugar de bebidas azucaradas y productos con altas cantidades de grasas y azúcares, aditivos, conservadores, etcétera.

Si bien la obesidad no se resuelve con “moverse más y comer menos”, está bien documentado que la actividad física mejora la salud metabólica y mental de todas las personas. Sin embargo, la población en México no cumple con los requerimientos mínimos sugeridos: menos de la tercera parte de la población de 10 años y más realizaban alguna actividad física o deporte antes de la pandemia por COVID-19, y a consecuencia de la pandemia, disminuyeron el tiempo que le dedicaban a dicha actividad.

Es necesario mejorar el entorno construido y crear estrategias que fomenten hábitos de vida activos y saludables para prevenir la obesidad y otras enfermedades crónicas, además de mejorar el bienestar, la salud mental y la calidad de vida de la población.

Recuerda que, si amas a tus hijos, es importante vigilar su alimentación y crear hábitos saludables en sus vidas, prédica con el ejemplo y acude con un nutriólogo para que te oriente en seleccionar mejor tus alimentos y aprender a combinarlos.

Felicidades para todos los niños de México y el mundo.

Recuerda comer sanamente, come Equilibrato, hasta pronto.

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