Loraine Ledón Llanes es Licenciada en Psicología por la Universidad de La Habana (UH), Maestra en Género, Sexualidad y Salud Reproductiva por la Universidad Peruana Cayetano Heredia, y Doctora en Ciencias por la UH. Es Investigadora en Ciencias Médicas del Departamento de Biología de la Reproducción del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ) en la Ciudad de México, donde desarrolla proyectos de investigación relacionados con la salud sexual y reproductiva de poblaciones con diferentes enfermedades crónicas, desde un enfoque biopsicosocial y de género. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y tutora de tesis de la especialidad de Biología de la Reproducción en el INCMNSZ.
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La planificación familiar es una de las múltiples áreas que conforman la salud sexual y reproductiva, la que a su vez es parte inseparable de la salud integral.
La planificación familiar se entiende como el conjunto de acciones, procedimientos e intervenciones dirigidas a que mujeres y varones ejerzan su derecho a decidir libre y responsablemente si desean o no tener hijos e hijas, así como el número y espaciamiento entre ellos y ellas. Dicho derecho está refrendado y protegido por el artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, donde se afirma que “La mujer y el hombre son iguales ante la ley”, y que “Esta (la ley) protegerá la organización y desarrollo de la familia”. Y prosigue más adelante ratificando que “Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y espaciamiento de sus hijos”, además de que “Toda persona tiene derecho a la protección de la salud”.
Por ello se afirma que disponer, acceder y recibir servicios de salud de planificación familiar, a través de acciones de información, educación, orientación, consejería, y de la prescripción y provisión de métodos anticonceptivos, así como el tratamiento para problemas de fertilidad, para las personas y parejas, constituye un derecho humano, de salud y, específicamente, de salud sexual y reproductiva. Ello permite prevenir embarazos no planificados, abortos en condiciones de riesgo, infecciones de transmisión sexual (ITS), así como los problemas emocionales, físicos, sociales, educativos, laborales, entre otros, derivados de estas experiencias.
Los métodos anticonceptivos son aquellos procedimientos que previenen o reducen significativamente las posibilidades de una fecundación o el desarrollo de la gestación en mujeres con capacidad reproductiva, y pueden ser utilizados por ellas, por sus parejas masculinas, o por ambos al mismo tiempo. El desarrollo de métodos anticonceptivos variados y efectivos le ha brindado a la mujer el control sobre su fertilidad, autonomía reproductiva, y ha promovido mayor equidad de género. Además, gracias al desarrollo de dichos métodos es posible vivenciar la vida sexual separada de la función reproductiva, y con ello obtener mayor disfrute y placer, lo que también constituye un derecho sexual para mujeres y varones.
Los métodos anticonceptivos pueden ser reversibles o permanentes. Los métodos reversibles son aquellos que pueden utilizarse durante un tiempo, y cuando se finaliza o se interrumpe su uso se recupera la capacidad para la reproducción. Entre ellos se encuentran los métodos hormonales, por ejemplo, los combinados o los de progestina sola, los de uso postcoital o de emergencia, los de administración oral, parenteral, subdérmica y transdérmica. Otros métodos reversibles son los métodos intrauterinos (dispositivos intrauterinos, anillos vaginales, métodos de barrera como el condón, y los espermicidas) y los métodos naturales (como el método del calendario o del ritmo, de temperatura basal, y la abstinencia periódica). En la actualidad existe disponibilidad de métodos seguros y reversibles de uso diario, mensual, anual o de más años, y más del 75% de las parejas utiliza alguno de ellos.
Los métodos anticonceptivos permanentes son aquellos que interfieren la fecundación o el desarrollo de la gestación de manera definitiva. Entre ellos se encuentran la oclusión tubaria bilateral en la mujer y la vasectomía en el varón. Ambos consisten en una intervención quirúrgica voluntaria con fines de anticoncepción y con efectos de esterilización.
Los métodos anticonceptivos deben cumplir con requisitos y características, a las que se debe prestar atención al momento de su elección para que les permitan a las personas alcanzar sus metas reproductivas en forma efectiva y segura para la salud y de acuerdo a su situación de vida. Las características más importantes se refieren a su eficacia (relacionada con sus efectos y con su uso correcto), su seguridad (relacionada con la situación de salud de la usuaria o usuario), su aceptabilidad (implica considerar las preferencias individuales y de la pareja en el uso del método), su facilidad de uso (cuando el uso del método es fácil es más probable que se utilice correctamente), su disponibilidad (por ejemplo, que tengan precios accesibles de acuerdo con los recursos económicos de las usuarias y usuarios, o que estén disponibles de manera gratuita), su reversibilidad (si permiten o no la recuperación de la capacidad de embarazarse luego de interrumpir su uso), y su costo. Existen, además, criterios médicos de elegibilidad que consisten en recomendaciones específicas para iniciar y/o continuar su uso con base a las consideraciones de salud. Por ello, es muy deseable que al momento de elegir algún método anticonceptivo se tenga la asesoría de algún profesional de la salud.
Debe tomarse en consideración que los métodos anticonceptivos, en su mayoría, no protegen frente a la ITS. Solo el uso correcto del condón femenino y masculino, y la práctica de la abstinencia sexual, sostienen la doble función como métodos anticonceptivos y de protección frente a las ITS. Por esta razón, parte de las acciones de educación y consejería respecto al uso de los métodos anticonceptivos implica recomendar el uso de doble protección, es decir, utilizar algún método que evite la fecundación y el desarrollo de la gestación en conjunto con métodos para prevenir las ITS como el condón.
Es de gran importancia para la salud pública y para la salud personal y familiar, que existan servicios de salud accesibles y efectivos para la atención a la planificación familiar. Se debe prestar especial atención a las poblaciones vulnerables, como las y los adolescentes, las personas con discapacidades, quienes viven con enfermedades crónicas, en situación de pobreza, la población indígena, las y los migrantes. La existencia de servicios de salud fundamentados en los avances de la ciencia en planificación familiar, con disponibilidad de recursos y con enfoque de género, garantizan el ejercicio de este derecho humano para todas y todos.
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