Hablemos de obesidad, pero también actuemos

José Isaid León Rodríguez es licenciado de nutrición y ciencia de los alimentos con maestría en ciencias de la educación. Se ha desempeñado como asesor nutricional del equipo de división profesional Los Avispones de Chilpancingo. Ha sido conferencista a nivel nacional e internacional en temas de nutrición en la infancia y adolescencia, y coordinador del consultorio de nutrición Equilibrato. Nutriólogo capacitador del personal de la Secretaría de Salud en Guerrero, y docente en la Universidad Autónoma de Guadalajara en el área de nutrición del deporte.

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De acuerdo con la OMS, 800 millones de personas en el mundo viven con obesidad. Se estima que para el 2030, se alcancen 250 millones de casos, debido al incremento en la obesidad infantil.

La Región de las Américas tiene la prevalencia más alta de todas las Regiones de la Organización Mundial de la Salud, con un 62,5% de adultos con sobrepeso u obesidad (64,1% de los hombres y 60,9% de las mujeres). Si nos fijamos únicamente en la obesidad, se estima que afecta al 28% de la población adulta (26% de los hombres y 31% de las mujeres).

En México, el sobrepeso y la obesidad afectan a más del 75% de las personas adultas y al 35.6 por ciento de la población infantil, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2018-2019. Estas cifras han llevado a que nuestro país se ubique en primer lugar a nivel mundial en obesidad infantil y el segundo en adultos, superado solamente por Estados Unidos.

Cada 4 de marzo en el mundo se celebra el día mundial de la obesidad, en 2024, el lema de la campaña es «Hablemos de obesidad y…», con el objetivo de aprovechar el poder del Día Mundial de la Obesidad para iniciar conversaciones transversales. Observar la salud, la juventud y el mundo que nos rodea para ver cómo podemos abordar la obesidad juntos. El lema desde mi punto de vista es bueno porque nos invita a expresar e informar todas las consecuencias que tiene una persona al desarrollar obesidad, es necesario que se hable de la obesidad, pero también es importante tener un plan de acción para combatirla.

La obesidad y el sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Un índice simple de peso para la talla que se utiliza comúnmente para clasificar el sobrepeso y la obesidad en adultos es el índice de masa corporal (IMC). Se calcula dividiendo el peso de una persona en kilogramos por el cuadrado de la altura en metros.

Un IMC igual o superior a 30 se considera obesidad y un IMC igual o superior a 25 se considera sobrepeso. El IMC proporciona la medida de sobrepeso y obesidad a nivel poblacional más útil, ya que es el mismo para ambos sexos y adultos de todas las edades. Sin embargo, debe considerarse una guía aproximada porque puede no corresponder al mismo grado de gordura en diferentes individuos.

Lo más grave y que se ha dejado olvidado en el maletín de los diagnósticos clínicos es que la obesidad es uno de los principales factores de riesgo de muchas enfermedades crónicas, incluidas la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión y los accidentes cerebrovasculares, así como varios tipos de cáncer. Además, los niños con sobrepeso tienen mayor riesgo de vivir con sobrepeso u obesidad en la edad adulta.

La OPS promueve y apoya políticas que permitan a las personas mejorar la alimentación, la actividad física y la salud en la Región de las Américas. En 2014, la OPS acogió con beneplácito la aprobación unánime del Plan de acción para la prevención de la obesidad en la niñez y la adolescencia para implementar un conjunto de políticas, leyes, reglamentos e intervenciones efectivas, que tomarán en cuenta las prioridades y el contexto de los Estados Miembros. en las siguientes líneas estratégicas de acción:

a) Atención primaria de salud y promoción de la lactancia materna y la alimentación saludable;
b) Mejora de los entornos escolares de alimentación y actividad física;
c) Políticas fiscales y regulación de la comercialización y etiquetado de alimentos;
d) Otras acciones multisectoriales;
e) Vigilancia, investigación y evaluación.

Sin dudas estas estragáis que promueve la OPS son fenomenales, sin embargo, el factor para mi más preocupante es la falta de empatía y la poca profesionalización de los grupos al frente de desarrollar estas políticas públicas, por lo menos en México, el lugar de los nutriólogos al frente de este tipo de iniciativas aún es muy bajo y también es importante considerar que estas estrategias realmente no son acompañadas, evaluadas en conciencia para la aplicación de este tipo de políticas contra la obesidad.

Creo que la principal forma de reducir estas tazas en México y el mundo de obesidad, es apostando a la educación nutricional y el fomento al deporte como hábitos de vida permanentes y generar esos equipos multidisciplinarios (Médicos, Nutriólogos, Psicólogos, Médicos internistas, Endocrinólogos, Psiquíatras, Licenciados en Cultura física, Chefs) que sean conscientes de la problemática y que estén capacitados para abordar esta terrible enfermedad que es multifactorial.

Me despido de ustedes con esta interrogante, ¿Los niños nacen o se vuelven obesos? Esperemos pronto responder esta interrogante, este 4 de marzo actívate, cambia tu menú y vuélvete más saludable.

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