David Barrera Hernández, es Licenciado en Biología, Maestro y Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Adscrito como Investigador en Ciencias Médicas, en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Profesor de Bioquímica y Biología Molecular en la Facultad de Medicina, UNAM , así como tutor de alumnos de Licenciatura y de los Posgrados de Maestría y Doctorado en Ciencias Biológicas y Biomédicas, UNAM.
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En réplica, previas opiniones han hecho hincapié de los beneficios que trae una buena alimentación. Por lo cual, en esta ocasión me permito extender la información de su importancia.
La alimentación saludable es aquella que cumple con las necesidades nutricionales requeridas por el cuerpo, mientras que el comer sólo para saciar el hambre no siempre cumple con alimentarse adecuadamente. El consumir alimentos que nutran a nuestro organismo de una manera completa, equilibrada, suficiente y variada, promueve el bienestar físico y mental de las personas, lo que se refleja en el rendimiento escolar, laboral y personal. El equilibrio entre la ingesta y la quema es el resultado de un buen estado de nutrición.
El conocimiento de los nutrientes y las funciones que desempeñan dentro de nuestro organismo nos ha permitido saber muchas de las propiedades de los alimentos, esto reafirma la idea de que la dieta más adecuada es aquella que toma en cuenta todas las condiciones que nos definen como individuo, lo cual va de acuerdo con las características de cada persona, incluyendo su edad, sexo, actividad física, el contexto socio económico y cultural, estilos de vida diferentes y hábitos nutricionales concretos en ocasiones determinados por los alimentos disponibles en el lugar.
Aunque no existe una dieta ideal, sí hay un criterio en cuanto al tipo de alimentos que deben consumirse dentro de la dieta diaria, esto, por un lado, garantiza que se cubran las necesidades energéticas y nutritivas de las personas pertenecientes a una población sana, y por otro, colabora en la prevención de ciertas alteraciones y enfermedades relacionadas con desequilibrios alimentarios. Por lo cual, procurar comer sano y complementarlo con la actividad física e hidratación suficiente, previene padecimientos como la desnutrición y obesidad, así como diferentes enfermedades no transmisibles como la diabetes y cáncer.
Los beneficios de una alimentación sana son múltiples, en particular se sabe que varios compuestos naturales muestran efectos anticancerígenos, por lo cual, algunos de estos agentes dietéticos son estudiados como posibles quimiopreventivos. La quimioprevención del cáncer puede definirse como la inhibición o retraso del inicio del crecimiento del cáncer al bloquear la transformación de una célula normal a una “maligna” y revertir la progresión de las células transformadas a través de la intervención con medicamentos, o en este caso, con compuestos naturales o suplementos dietéticos.
En este sentido, estudios epidemiológicos han indicado que poblaciones que consumen vegetales ricos en micronutrientes (antioxidantes, vitaminas y oligoelementos) tienen menor incidencia y mortalidad por cáncer.
En efecto, estudios de investigación sugieren que los micronutrientes presentes en diferentes alimentos incluyendo verduras y frutas, como las vitaminas C (cítricos), D (hongos, aceite de pescado, adecuada exposición a la luz del sol), E (aceites de maíz, frutos secos) y K (hortalizas de hojas verdes) así como el licopeno (jitomate), antioxidantes (té verde, granada) y el resveratrol (frutos rojos), pueden tener propiedades específicas consideradas como agentes quimiopreventivos, que debido a sus características variadas, pueden ejercer su actividad anticancerígena a través de varios mecanismos en ocasiones complementarios incluyendo la actividad antioxidante, la desintoxicación y la regulación del metabolismo hormonal, entre otros.
Lo anterior se fortalece ya que se ha asociado la deficiencia de vitaminas y otros compuestos naturales con el desarrollo de varios tipos de cáncer, indicando que la dieta y la nutrición son determinantes con variaciones significativas en la incidencia entre diferentes regiones geográficas y el tipo de cáncer. Por ejemplo, se ha encontrado que la incidencia más baja del cáncer de próstata es en los países asiáticos, lo cual se relaciona a patrones dietéticos con ingesta baja en grasas y rica en agentes de origen vegetal. En contraste, entre la población mexicana tenemos el primer lugar en incidencia y mortalidad de este tipo de cáncer, lo cual podría deberse, en parte, a los hábitos alimenticios. Por eso, la adición de verduras y frutas en la dieta diaria ha recibido considerable atención para la quimioprevención del cáncer.
En resumen, esta reseña es un atento aviso de mantener un estado nutricio óptimo que se refiere a una dieta balanceada para prevenir el desarrollo de enfermedades, evitando en lo posible el alto consumo de lo que se denomina como “comida chatarra”, término que se usa para describir los alimentos con un alto contenido de grasa, azúcar y sal (papas fritas, refrescos, golosinas, pasteles, comidas rápidas, etc.), pero con escasa cantidad de los nutrientes antes mencionados y otros que el cuerpo necesita.
El plato del bien comer, es una referencia práctica para planificar comidas nutritivas y equilibradas que forma parte de la Norma Oficial Mexicana (NOM), para la promoción y educación para la salud en materia alimentaria, la cual establece criterios para la orientación nutritiva en México. Recuerda que la variedad y la moderación son clave dentro de la alimentación saludable.