Carlos Navarrete Romero/ Cocula, Gro.
Alexis y Adilene recibieron al menos cinco impactos de bala cada uno.
Él tenía 16 años y ella 13. Hoy sus cuerpos fueron sepultados en la comunidad de Tomás Gómez, perteneciente al municipio de Cocula.
Eran aproximadamente las 6 de la tarde del domingo 9 de febrero cuando dos hombres armados, con el rostro cubierto, les dispararon.
Alexis y Adilene ayudaban en los gastos de su hogar. Todos los días se colocaban en la orilla de la carretera Iguala-Cocula, en la entrada a su pueblo, para vender agua embotellada, refrescos y tacos.
Cuando los mataron ya habían terminado de vender. Su papá, Pedro Franco Macías, fue a recogerlos en un Tsuru de su propiedad. Luego de guardar la mercancía sobrante en el vehículo, Alexis subió al asiento del copiloto y Adilene al asiento trasero.
Pedro se disponía a arrancar pero se le emparejaron dos hombres a bordo de una moto quienes lo obligaron a agacharse. Sobre su nunca realizaron los disparos que consumaron el crimen.
Los agresores huyeron sin decir una palabra. Nadie sabe por qué pasó. Nadie conoce las razones por las que los menores fueron masacrados.
Vicenta Bahena, madre de Alexis y Adilene, no oculta el dolor de su tragedia. Llora cuando recibe condolencias y también cuando se acerca a las cajas blancas que contienen los cuerpos de sus hijos. Se lanza sobre ellos como tratando de abrazarlos, y ahí se queda un momento hasta que recupera el aliento.
“Me quitaron a mis hijos, me los arrebataron ¿Quién? No lo sé. No sé por qué, no sabemos nada”.
Alexis dejó de estudiar hace dos años, luego de ser atropellado cuando trabajaba vendiendo pollos en el pueblo. Sufrió una herida en su pierna izquierda que mereció la compra de una prótesis para que volviera a caminar. Los gastos médicos impidieron que continuara con sus estudios.
Adilene cursaba la secundaria en Metlapa, una comunidad vecina, pero consciente de las precariedades de su familia se animó a ayudar con los gastos.
Vicenta también es comerciante. Al igual que sus hijos se colocaba sobre la carretera vendiendo diferentes productos a los automovilistas. Pedro se limitaba a llevarlos y traerlos porque la diabetes que padece ha afectado seriamente su vista, lo que le impide trabajar.
La madre de ambos menores quiere que quienes cometieron el crimen sean castigados, pero no está convencida de continuar con la denuncia.
“¿Contra quién? Nosotros no sabemos a quién vamos a señalar como responsable. Yo pido a las autoridades que den con los responsables y ya no sigan haciendo daño. Yo sé que a mis hijos ya no me los van a devolver, pero el consuelo que nos queda es que ya no haya más madres que pasen por el mismo dolor por el que estoy pasando yo, no se lo deseo a nadie, es un dolor muy grande, insoportable”.
A Vicenta y a Pedro les quedan otros dos hijos, una niña de 8 años y un niño de tres. Hoy recibieron la visita de integrantes de la familia LeBarón, originaria de Chihuahua, que en noviembre pasado padecieron una tragedia similar: tres mujeres y seis niños fueron asesinados durante un ataque armado en Sonora.
Los LeBarón expresaron su solidaridad, pero también ofrecieron asesoría legal para el proceso de denuncia.
Hoy por la tarde los cuerpos de Alexis y Adilene fueron sepultados en el panteón de Tomás Gómez, un lugar que hasta antes del domingo no destacaba en el mapa nacional, pero hoy es el reflejo de la crisis de violencia que padece Guerrero.