Zirándaro: a don José le destruyeron la casa a balazos

Carlos Navarrete Romero/ Zirándaro de los Chávez, Gro.

Durante tres horas a don José le pasaron las balas por encima de la cabeza.

Junto a su esposa, escondidos bajo una cama, escuchaba el concreto de la habitación haciéndose pedazos.

Seis sicarios entraron por la fuerza a su casa para atrincherarse durante un enfrentamiento que se prolongó por ocho horas en la comunidad de El Chivo, perteneciente al municipio de Zirándaro de los Chávez, en la Tierra Caliente de Guerrero.

Ocurrió la tarde del sábado 8 de febrero. Integrantes de la Familia Michoacana y del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) midieron sus fuerzas en una confrontación que dejó un número indeterminado de muertos.

Los pobladores aseguran que murieron decenas de pistoleros. Aunque la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del gobierno del estado sólo reportó tres. Quienes lo atestiguaron afirman que los cuerpos eran recogidos los sicarios de ambos grupos para llevárselos consigo, por eso, cuando el Ejército llegó al lugar, sólo encontró tres cadáveres.

Es una la versión que prevalece sobre lo acontecido: ese día, integrantes de la Familia Michoacana se concentraron en El Chivo para pagar los servicios de sus sicarios que tratan de recuperar el control de esa zona de Tierra Caliente.

Eran cerca de las 3:30 de la tarde cuando al pueblo ingresó un convoy del CJNG, iniciándose así un salvaje enfrentamiento que concluyó aproximadamente a las 11 de la noche. Durante la confronta, en la que se estima participaron cerca de cien hombres armados, se usaron fusiles AK-47 (cuernos de chivo), R-15 y Barret, así lo revelan los miles de casquillos percutidos que permanecen regados en las calles de la comunidad. También se ocuparon granadas de fragmentación y de calibre 40; éstas últimas son disparadas con rifles de asalto.

Los sicarios del CJNG ingresaron al pueblo con tres camionetas blindadas y artilladas. Una de éstas fue incendiada con tres cuerpos dentro, que son los únicos muertos que reconoció la autoridad.

Don José es una de las personas que presenció el enfrentamiento. La sala de su casa tiene ventanas con vista a la calle. Fue a través de ellas que observó a sus vecinos corriendo, metiéndose desesperadamente a sus viviendas. Segundos después escuchó las primeras detonaciones. De inmediato cerró la puerta de la casa y, junto a su esposa, entró a una recamara.

La puerta principal fue abierta a balazos e ingresaron seis sicarios.

-Los vamos a proteger- fue lo único que dijeron para después realizar disparos hacia la calle, desde donde eran atacados por otros hombres armados.

Al notar que los disparos entraban a la recámara, don José y su esposa se colocaron bajo la cama para protegerse. Ahí permanecieron hasta las 6:30 de la tarde. Por lapso de un minuto las detonaciones pararon, fue cuando aprovecharon para huir y resguardarse en casa de sus papás, donde también estaban sus hermanos.

“Nos dejaron salir como a las 6 y media de la tarde, todavía estaba claro. Les suplicamos a los señores que nos dejaran salir, entonces se compadecieron de nosotros, abrieron la puerta (trasera) y nos dejaron salir corriendo”.

La casa de don José presenta cientos de orificios en las ventanas, techo, baño, recámaras, cocina y sala. Ahí dentro siguen las ojivas de las balas que se utilizaron en el enfrentamiento. Él afirma que su hogar quedó inhabitable.

“Mi casa ya no sirve para vivir, la ropa de mi esposa la quemaron, se llevaron sus documentos, nuestras pertenencias, se llevaron todo, celulares, dinero, la televisión, todo”.

El Cetro de Salud de la comunidad también presenta impactos de bala, al igual que otras viviendas. El Ejército llegó al lugar a las 3 de la madrugada del domingo, cuatro horas después de que terminó el enfrentamiento, esto pese a que está destacamentado en la cabecera municipal, que se localiza a 20 minutos de El Chivo.

La presencia de los militares sirvió para que los pobladores de ésta y otras comunidades abandonaran sus hogares por miedo. La mayoría se refugia en la cabecera municipal, ya sea en casa de familiares o en los albergues que fueron habilitados por el ayuntamiento. Algunos regresan cada tres días, con resguardo militar y policiaco, para sacar sus pertenencias y alimentar a sus animales.

El alcalde de Zirándaro, Gregorio Portillo Mendoza, segura que la estrategia de seguridad implementada por el gobierno del estado en coordinación con la Guardia Nacional no es la correcta.

El edil ha planteado a las autoridades instalar tres filtros de control: uno en la cabecera municipal, en el crucero que conecta con Huetamo, Michoacán y que sirve de acceso del CJNG a Zirándaro; otro en la comunidad de La Calera, que da paso a la Sierra y Ciudad Altamirano; y otro más en la comunidad de Cuatro Caminos, que conecta con la carretera a Zihuatanejo.

“Si nosotros instalamos esos tres filtros permanentes mermamos en mucho la capacidad de logística de estos grupos delictivos, por la sencilla razón de que ya no podrían mover su armamento ni sus vehículos artillados. ¿Cómo es posible que al El Chivo hayan entrado vehículos blindados del cártel Jalisco Nueva Generación ingresando de Huetamo y atravesando la cabecera, donde hay presencia del Ejército?”.

Sin embargo el planteamiento del edil no ha sido atendido.

Muchos pueblos de Zirándaro son ahora un fantasma. La carretera que comunica con Ciudad Altamirano luce vacía. Pocos vehículos se atreven a circular por ese lugar.

La violencia con que operan los grupos de la delincuencia está dejando huella en las comunidades de la Tierra Cliente. El Chivo no es la excepción. Basta con sentir el olor a quemado que aún prevalece en el pueblo para saber que ahí hubo algo muy parecido a una guerra.

Por seguridad no se usó el nombre real de la persona que ofreció el testimonio.

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