Todo el recurso está comprobado, responde UAGro a beneficiarias de Conacyt

Alina Navarrete Fernández/Chilpancingo, Gro.

La directora general de Posgrados e Investigación de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro), Berenice Illades Aguiar, aseguró que todos los recursos del Programa de Incorporación de Mujeres Indígenas a Posgrados para el Fortalecimiento Regional del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) están debidamente comprobados.

Ayer, las beneficiarias de programa, Angelina Gómez Román, Azucena Silva Flores, Carmen Celestina Pascualeño Bello, María Zeferino Aquino y Florencia Bacilio Galeana, denunciaron que no recibieron pagos completos y que se acepta a jóvenes que no son parte de los pueblos originarios; entre otras irregularidades.

En respuesta, Berenice Illades aclaró que el programa “no es una beca”, sino que tiene como objetivo “preparar a las mujeres indígenas profesionistas” para que ingresen a una maestría dentro del Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC).

Lo anterior, en una entrevista en su oficina en la Rectoría en Chilpancingo, donde explicó que el programa fue aprobado en el 2012 por la Cámara de Diputados, que a su vez lo envió al Conacyt para su operatividad y la UAGro, se incorporó al mismo en el 2014.

Explicó que las convocatorias son anuales y aunque “en esencia” son la misma, se modifican “en cuanto a montos aprobados, meses de apoyo, diversos puntos”; al ser un programa, cada institución, en este caso, la UAGro elabora un proyecto con los fundamentos para ejercer las actividades contempladas y envía los documentos de las jóvenes que aspiran a ser beneficiadas.

Dicho proyecto es evaluado por académicos nacionales, al igual que los papeles de las aspirantes, de quienes “debemos demostrar que son indígenas, para demostrar que son indígenas les piden una carta de su comunidad, esa no la emitimos nosotros (la UAGro) la emite la comunidad”.

También se tiene que comprobar que ya cursaron su licenciatura y que son guerrerenses. Resaltó que el Conacyt elige a las beneficiarias, no la UAGro, aunque la Universidad procura enviar la documentación de las jóvenes en regla, para que la mayoría sea aceptada.

“Una vez que es aprobado por Conacyt, publican los resultados a nivel nacional en su página, antes publicaban la cantidad que daban al programa, yo creo que ahora por razones de seguridad, supongo, ya solo publican si es aprobado o no (…) después, nos mandan el convenio, este convenio lo firma, óigase bien, el Sujeto de Apoyo, que es la Universidad Autónoma de Guerrero no las estudiantes, y el financiador, que es el Conacyt”.

Puntualizó que el convenio “tiene una cláusula de confidencialidad, en la cual la información que fluye solo debe ser entre las dos partes, entre el Consejo y la Universidad, y viene ahí el detalle del desglose que nos apoyan y en qué rubros”, por lo que no está obligada a transparentar los recursos a las usuarias, aunque sí procura informarles de todas las acciones y movimientos que se realizan.

En cuanto a los recursos, precisó que estos los recibe la UAGro y los que no se ejercen, se reintegran a la Tesorería de la Federación; todos los movimientos son debidamente comprobados y se incluyen en el informe financiero.

A la fecha, la UAGro ha tenido siete generaciones y 249 mujeres indígenas beneficiadas. Berenice Illades manifestó que si se hubieran cometido irregularidades, la Universidad no habría podido mantenerse dentro del programa.

Sobre la denuncia de las usuarias del 2019, afirmó “yo entiendo la frustración de las chicas”, pues debido a la pandemia causada por al Covid-19, las jóvenes no viajaron a Canadá, aunque sí alcanzaron a recibir los Cursos Remediables de manera presencial, “no omito comentar que varias de ellas faltaron mucho a clases, no todas pero algunas sí”.

Explicó que las jóvenes iban a realizar su estancia en Canadá en el verano del 2020, pero por la pandemia firmó un adendum con la Universidad de McGill, para que el curso de inglés se realizara el verano de 2021 y estaba previsto que viajaran el pasado 3 de julio, por lo que se hizo el cambio correspondiente en los boletos de avión, que se adquirieron en Aeroméxico.

Sin embargo, Canadá optó por mantener cerradas sus fronteras, por lo que pidió a la Universidad de McGill cambiar a modalidad virtual el curso de inglés; tras llegar a un acuerdo, se comunicó con Conacyt para conseguir la autorización correspondiente. La situación la informó a las usuarias en junio, luego de cumplir con todos los requerimientos del Consejo.

“Pero Angelina tomó la decisión de mandar una queja a Conacyt (…) la queja de ella era que no les habíamos dado la beca, porque en esa reunión que tuvimos en junio ella (Angelina), Celestino, en particular, querían que se les regresara el boleto de avión, que les regresáramos lo que habíamos pagado en McGill y el recurso, ¿cómo les puedo regresar lo que ya se mandó a McGill? Que porque era dinero de ellas”, contó.

“Les dije ‘no están entendiendo, ustedes de beca lo que tienen son los meses que les pagan, el derecho al curso internacional, los pagos de pasaportes y todo eso, pero no es una beca que yo les dé’ (…) Cada proyecto tiene reglas de operación y nosotros tenemos que seguir al pie de la letra las reglas de operación, no es como ellas creen que debe ser, las cosas son como se firman en un convenio”.

Abundó que debido a la queja que Angelina Gómez envió al Conacyt, “me mandaron a Transparencia de la Universidad, también, contesté que qué hicieron con su dinero de las becas, el hecho de que hayan hecho esa queja retrasó la respuesta”, para el cambio de modalidad del curso de inglés a virtual.

“Ya estaba programa la estancia virtual del 5 de julio al 13 de agosto, ¿cuál era la situación? Como no se iban a ir (a Canadá), entonces teníamos que incrementar el número de horas, lo que Conacyt pedía es que los costos que se pagaron a McGill se reflejaran en un curso más abultado, más grande, y de 120 horas que se iban a dar se llegó hasta 210 horas”.

Al no tener aprobación de Conacyt en ese momento, se cambió el curso para dos fechas, una en septiembre y otra en noviembre. Todo esto se informó a las jóvenes el viernes pasado, en una reunión virtual a la que fueron convocadas las 46 usuarias, pero sólo asistieron 34, la mayoría seleccionó una fecha para tomar el curso.

“Curiosamente, ninguna de estas chicas (las denunciantes) quiso tomar la decisión, (dijeron) que no tenían tiempo de tomar el curso, que porque sus clases, que por qué yo escogí esas fechas, yo no las escogí, esas son las que tiene la Universidad (de McGill)”.

Añadió que dos de las jóvenes denunciantes no lograron ingresar a un posgrado pero aun así recibieron todos los apoyos, las otras tres sí entraron, pero no se anotaron para el curso virtual de inglés. “Yo las voy a registrar a todas, si ellas no van es bajo su responsabilidad, todas van a quedar registradas porque para eso se dio el dinero, para que tomen el curso”.

“Es una pena que por no conocer el proceso y por no tener apertura de entender cómo son, cómo se maneja esto, ellas (las denunciantes) están equivocadamente creyendo que están salvando a sus compañeras y lo único que están haciendo es poniendo en riesgo el programa”, expresó.

“Hemos cambiado vidas con esto (…) Yo puedo entender hasta ahí la frustración de ellas de no ir (a Canadá) y lamento que la hayan desembocado en mí, como que si yo tuviera la culpa, yo estoy segura que si hubiéramos logrado y se hubieran ido, otra sería su actitud, ya no están buscando quién se las hizo sino quién se las paga y pues yo soy la responsable del proyecto, sí soy, pero me ponen a mí como trapo”, concluyó.

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