Una granada sin estallar, autos baleados y rastros de sangre, el panorama a un día del ataque a la UPOEG en Buenavista

Ángel Galeana/Chilpancingo

Casquillos percutidos, un automóvil baleado, rastros de sangre en el piso, el altar de una Virgen roto por las balas y una granada que no estalló, es lo que prevalece en la base de la Policía Comunitaria de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) un día después del ataque perpetrado por un grupo delictivo.

Los integrantes de la UPOEG acusan a Los Ardillos del ataque, pero ni la Fiscal General del Estado ni el Gobierno de Guerrero a través de sus instancias de sus Secretarías de Gobierno y Seguridad han identificado identificado a los responsables.

La zona del Valle del Ocotito está resguardada por decenas de policías. En la entrada a la comunidad de Acahuizotla-que es paso obligado para llegar a Buenavista por la carretera federal-se desplegó un grupo de soldados y de policías de la Guardia Nacional. Ahí revisan los automóviles que entran y salen al poblado.

Y es que en este lugar se registró un enfrentamiento la noche de ayer entre sicarios y policías estatales que dejó un saldo de dos delincuentes muertos.

Entre Buenavista y Ocotito otro grupos de policías del estado y de la Guardia Nacional hacen recorridos de vigilancia y en la base de la UPOEG una patrulla de municipales hacen guardia en el perímetro. Además, policías comunitarios con armas de bajo calibre visibles se mantiene en el lugar.

«Han atacado para posicionarse ellos«

Un familiar de los dos policías comunitarios muertos-que será identificado como «Roberto» para proteger su identidad-recordó que la UPOEG ha sido atacada en varias ocasiones, lo cual consideró como un intento del grupo delictivo de posicionarse en la zona, pero descartó que se trate de un tema de drogas, porque Buenavista es una comunidad de escasos recursos.

«No creo que Buenavista les interese para eso de las drogas, por motivo que aquí es un pueblo de escasos recursos económicos», señaló. Cabe señalar que el paso por Buenavista representa una salida hacia la Autopista del Sol por el parque industrial que se ubica en Ocotito, o también es camino hacia Acapulco por la carretera libre.

Refirió que antes de la llegada de la Policía Comunitaria había robo de ganado que era realizado por un grupo de delincuentes que acudía del poblado de Dos Caminos, el cual operaba con total impunidad ante la ausencia del Gobierno.

Tras el ataque de ayer, consideró que continuará operando la Policía Comunitaria.

Planeaban un bloqueo horas antes del ataque

Horas antes del ataque, el comandante fallecido Mario Zamora quien era sobrino del señor Roberto, planeaban un bloqueo a la carretera como forma de protesta ante el desarme que «el gobierno» había realizado días atrás a los policías comunitarios.

Después de planearlo decidieron suspenderlo unos días porque recibieron un aviso de parte de uno de sus allegados de que había oportunidad de diálogo con autoridades estatales, y el plan quedó en el tintero. Horas después llegaron varios civiles armados y rafagearon sus instalaciones matando a Mario Zamora y a otro guardia civil.

Roberto señaló que Mario nunca dejó de dar clases, «él veía cómo» pero cumplía como docente en una primaria de Ocotito. Su actividad magisterial la combinaba con la de guardia comunitario.

Mario Zamora era militante del sindicato disidente de maestros de Guerrero, la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación (CETEG), en donde participó como uno de los líderes en el movimiento de 2013 que se pronunció en contra se la reforma educativa del expresidente Enrique Peña Nieto.

La vida cotidiana en normalidad

Después de la balacera de ayer, la vida cotidiana en Buenavista parece realizarse de manera regular. Un herrero a metros de la comandancia martilla sus fierros con el portón abierto sin nada que parezca-al menos a simple vista-perturbarlo.

En las calles hay poca gente pero dicen los lugareños y los policías comunitarios que es normal pues Buenavista no es una comunidad con alta población. A una cuadra del ataque se ve una farmacia abierta y también una casa con al menos dos balazos en la fachada.

«Arriba están los plomazos», avisó en voz alta a reporteros un hombre que caminaba pora calle y se metió a una vivienda atrás de la fachada baleada. 

Sobre la carretera circula el transporte público, camiones de carga, policías y automóviles particulares, nada se detuvo después de la balacera, aunque los habitantes sí se niegan a hablar públicamente de lo ocurrido, por miedo.































Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.