Ángel Galeana/Chilpancingo
Como cada año, indígenas de la Montaña de Guerrero migraron a los campos de cultivo del norte y centro del país para trabajar en empresas nacionales o extranjeras que les pagan lo que en su tierra no pueden ganar. A cambi de mejorar su situación económica durante 6 meses, los niños sufren deserción escolar, ya que también emprenden el viaje junto a los adultos.
Este domingo salieron de la comunidad de Ayotzinapa alrededor de 560 jornaleros, adultos y niños. La mayoría va a trabajar, algunos menores solo acompañan a los padres pero otros sí aportan su mano de obra.
Gracias a esta migración, las familias han podido construir viviendas y tener mejores condiciones económicas, toda vez que en la comunidad son prácticamente nulos sus ingresos durante la mitad del año, y tampoco hay consechas.
El salario en los campos agrícolas del norte del país suele promediar los 200 pesos diarios por trabajador, que para una familia de 4 personas trabajando serían 5,600 pesos a la semana, sueldos inalcanzables en sus comunidades.
Los 560 campesinos, según el conteo del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, salieron en 14 autobuses desde su comunidad hasta los campos de Sinaloa y Guanajuato, en donde estarán 6 meses trabajando.
Antes de partir llegan a la Casa del Jornalero en Tlapa, ahí las familias se registran para que haya un control de migración, el cual está a cargo de Tlachinollan. Según la organización, no hay apoyos del Gobierno estatal para sostener este inmueble que es centro de concentración para quienes salen de sus pueblos año con año.
Tras el registro emprenden el viaje en autobuses que las empresas envían para el traslado de los jornaleros.
Según los datos de Tlachinollan, la temporada pasada migraron alrededor de 1, 700 indígenas, y en 2020, durante la crisis del COVID-19, salieron de sus comunidades alrededor de 15 mil jornaleros.