Constituyentes, una opción para voltear las reglas del juego

Hipólito Lugo Cortés tiene una licenciatura en Derecho, maestría en Ciencias, Área de Derecho Público, y estudios de doctorado en Derechos Humanos. Fue coodinador de la Oficina en Guerrero de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Fue secretario ejecutivo, secretario técnico, visitador general, y presidente del Comité para la Investigación de la Desaparición Forzada de Personas. También se desempeñó como presidente interino en la Comisión de los Derechos Humanos del Estado de Guerrero

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La semana pasada tuve la oportunidad de participar en un intercambio de experiencias en Querétaro, ciudad en la que se congregaron líderes, activistas de organizaciones civiles y colectivos del país, que encabezan diversas causas a favor de las personas en situación de vulnerabilidad.

Fue altamente gratificante dar testimonio de ese compromiso por la causa que cada persona en su campo de actuar realiza frente a los retos y riesgos que esto implica; percibí un encuentro con personas sensibles a los problemas sociales, con empatía, todas con la inquietud y deseo de cambiar el estado de cosas, al considerar que las reglas del juego no funcionan para todos.

Este encuentro fue a iniciativa de “Constituyentes”, que resulta ser un espacio democrático de interacción y diálogo, que busca cambiar las formas en las que decidimos y nos construimos como país; está conformado por un grupo de personas, jóvenes en su gran mayoría, provenientes de distintos lugares del país, que nos une una historia y meta común, el lograr el bienestar y vigencia plena de los derechos fundamentales; personas inquietas, preocupadas y sobre todo ocupadas en la construcción de un nuevo consenso social para lograr un mundo mejor y más justo.

Al encuentro se congregaron líderes y activistas de todas las entidades del país, se expusieron las distintas problemáticas que aquejan a nuestras comunidades, se percibió inconformidad por la realidad existente, en contra del sistema de partidos, por la inoperancia de las autoridades y se visualizaron los retos para que a partir de la organización colectiva se logre un cambio, a través de un nuevo consenso social donde el respeto a la dignidad humana y los derechos humanos sean el centro de toda decisión política.

La historia de cada uno de los asistentes, nuestra historia, es la de personas que nos caracteriza y une la lucha constante por lograr una vida digna para todas las personas, basados en la participación incluyente, por lograr una sociedad en la que se abatan las desigualdades y se haga realidad la justicia.

En dicho encuentro  se convocó a construir un nuevo pacto social con la participación de todas las personas, en un proceso en el que se logre la reducción de la desigualdad y prevalezcan las libertades, se reconozca la diversidad, multiculturalidad, a sentar las bases para la universalidad de los derechos sociales, a un pacto por el medio ambiente que incida en la protección de nuestro futuro, a proteger los derechos de todas las personas trabajadoras, por reconstruir un sistema político y de justicia que garantice la resolución pacífica de conflictos con contrapesos entre los poderes para evitar la tiranía.

Se abordaron temas alusivos a la metodología y organización comunitaria, diálogos entre las coincidencias, mecanismos de participación ciudadana, se desarrollaron diversos talleres, todo lo cual propició una extraordinaria integración colectiva.

Fue un evento rico en experiencias de personas provenientes de todos los rincones del país, que trabajan temas alusivos a los derechos de los pueblos y comunidades indígenas, de la comunidad LGBTTTIQ+, de migrantes, mujeres, niñas, niños, personas con discapacidad, etc.

Me emocionó lo acontecido en el desahogo del programa, pero no quiero dejar de mencionar que, nunca esperé escuchar fuera de programa, en las reuniones sociales, o a la hora de tomar los alimentos, las experiencias de lucha vividas por los asistentes enarbolando las causas justas y brindando acompañamiento a las víctimas del abuso de poder por parte de las autoridades; por ejemplo, escuchar al joven Nayo Rodríguez de Chihuahua esas anécdotas de zafarrancho, represión policiaca, hechos donde los policías esparcieron gas lacrimógeno para disolver las movilizaciones sociales pacíficas, etc., que a pesar de haber acontecido en otro estado, pareciera que estaba escuchando una historia cotidiana acontecida en Guerrero.

En tantos años de lucha por los derechos humanos, y en estados emblemáticos en violaciones sistemáticas como Guerrero, y después de varias experiencias con colectivos y OSCs, entre ellas con los “Constituyentes”, puedo decir sin temor a equivocarme, que hay nuevos cuadros en el país deseosos por lograr un cambio desde la ciudadanía organizada para construir en colectivo las nuevas realidades que requerimos como país; es un sueño que podemos hacerlo una realidad. Adelante!

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