Sobrevivir al coronavirus: testimonio de una enfermera contagiada en línea de combate

Carlos Navarrete Romero/ Chilpancingo, Gro.

Entre el 25 y 26 de abril la enfermera María del Rosario Vital Loaeza atendió a un hombre y una mujer infectados con COVID-19 en el Hospital General de Iguala. Ambos murieron. Cuatro días después ella comenzó con los mismos síntomas: fiebre de 39 grados, dolor de espalda y dolor de cabeza intenso.

Una tomografía de tórax reveló que padecía fibrosis pulmonar, diagnóstico suficiente para confirmar que había adquirido el virus. La razón del contagio es de todos sabida: falta de equipo de protección para el personal médico que está en la primera línea de batalla contra una pandemia que tiene paralizado al mundo.

El 9 de mayo fue internada en el mismo hospital donde labora y ayer la dieron de alta. Pero su salida no ocurrió porque haya vencido al virus. Al contrario, necesita un tanque de oxígeno para mejorar su respiración y retrovirales que le ayuden a contener los estragos físicos.

La decisión se tomó para no incrementarle el riesgo debido a la saturación de pacientes con COVID-19 que hay en el Hospital General Jorge Soberón Acevedo. Su fibrosis pulmonar cedió un poco y esa pequeña mejoría podría comprometerse si continuaba en el hospital, donde compartía espacio con otras dos personas infectadas que registraban mayor carga viral que ella.

“Lo que hacen ahí es que si disminuyen los síntomas los dan de alta, porque está crítica la situación, allá adentro hay muchos pacientes con muchísima carga viral de Covid. Yo mejoré un poquito y para no exponerme decidieron darme de alta para pasar el aislamiento en mi casa (…) Está deprimente la situación, entra uno y fallecen dos, y después entran otros tres”.

María del Rosario tiene 45 años y los últimos 15 los ha laborado como enfermera. Tras la llegada del coronavirus a Guerrero fue enviada al área de terapia intensiva del hospital, asignada para aislar a pacientes con COVID-19.

El 25 de abril recibió a una mujer infectada, quien perdió la vida a las 10:30 de la noche del día siguiente luego de registrar una temperatura de 41 grados. El 26 ingresó un hombre también infectado. A él lo dieron de alta 24 horas después presuntamente porque había mejorado y descartaron que se tratara de coronavirus, pero regresó el 29 en estado grave y murió la madrugada del 1 de mayo. Posteriormente se confirmó que era portador.

Los días que María del Rosario tuvo contacto con esos pacientes sólo se protegió usando cubrebocas, guantes y una bata desechable. El hospital no contaba con más insumos, como goggles y mascarillas, que son indispensables para tratar casos de coronavirus.

El 30 de abril presentó los primeros síntomas, pero fue hasta el 2 de mayo que ya no pudo laborar por los malestares que presentaba. Un día después acudió a la clínica del ISSSTE donde es derechohabiente, y pese a que en ese momento era necesario que la internaran sólo le dieron tratamiento ambulatorio y la enviaron a casa sin haberle realizado una tomografía o una muestra de Rayos X, que también sirven para diagnósticos de COVID.

Dos días después presentó insuficiencia respiratoria, por lo que, sabiendo que sería rechazada en el ISSSTE, se trasladó al Hospital General. Ahí, gracias a que es trabajadora, le realizaron una tomografía y tras confirmar que estaba infectada fue internada de inmediato.

Ahora que se encuentra en casa, donde es cuidada por su único hijo, María del Rosario usa un tanque de oxígeno que le ayuda a respirar, además tiene un tratamiento a base de retrovirales. Sólo uno de esos medicamentos, con 14 dosis, cuesta 10 mil pesos. En los últimos tres días ha gastado poco más de 20 mil.

-¿Cómo fue la atención mientras estuvo internada?

-Mis compañeros de trabajo me trataron bien, aunque sí hay muchos errores como en todo, porque la verdad mis compañeros sufren mucho, sufren en cuestiones de todo el equipo que se ponen, se les empañan los goggles, porque después de cuatro horas seguidas con los goggles no ven bien, con muchas complicaciones hacen su trabajo, el material que utilizan no es el adecuado, no hay medicamentos, los tienen que mandar a comprar y están carísimos.

María del Rosario sabe que su situación pudo evitarse si las autoridades de la Secretaría de Salud hubieran garantizado desde el primer momento de la pandemia todo el equipo de protección que se requiere.

“La verdad tengo coraje, tengo impotencia, tengo toda la frustración porque pude haber tenido otras medidas (…) Causa impotencia y coraje que por parte de las autoridades competentes no hay ese apoyo, y nos lo deberían dar porque es su obligación precisamente para evitar más contagios, porque no nada más he sido yo, ya ha habido varios médicos, un médico del hospital ya falleció por la negligencia”.

Su aislamiento durará cerca de 30 días, tiempo suficiente para recuperarse del virus, sin embargo las estadísticas no deben menospreciarse. De acuerdo con su diagnóstico tiene un 70 % de probabilidades de mejorar y 30 % de empeorar, esto debido a que es diabética, situación que la coloca en vulnerabilidad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.