18 de mayo de 1967. Masacre en Atoyac, el inicio de la lucha armada de Lucio Cabañas

Hipólito Lugo Cortés tiene una licenciatura en Derecho, maestría en Ciencias, Área de Derecho Público, y estudios de doctorado en Derechos Humanos. Es coordinador de la Oficina en Guerrero de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Fue secretario ejecutivo, secretario técnico, visitador general, y presidente del Comité para la Investigación de la Desaparición Forzada de Personas. También se desempeñó como presidente interino en la Comisión de los Derechos Humanos del Estado de Guerrero.

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En sus orígenes, Lucio Cabañas Barrientos fue un maestro rural militante del Partido Comunista Mexicano, que se radicalizó en el ambiente de una lucha política y social que encaraba constantes como la impunidad de los caciques y la represión de las fuerzas policiales, sobre todo en las áreas rurales.

Quién se iba a imaginar que un problema escolar culminara con una masacre en Atoyac y que a la vez sea el parteaguas del inicio del movimiento revolucionario del emblemático guerrillero, que sin lugar a dudas tuvo influencia en similares movilizaciones que se gestaban contra los gobiernos autoritarios en América Latina en las décadas de los 60 y los 70, que se caracterizan por un contexto de movilizaciones sociales surgidas en torno a proyectos revolucionarios, donde emergen grupos que buscaron otra manera de hacerse escuchar y cumplir sus demandas por la vía armada.

Pues bien, el acontecimiento que colmó el malestar de Lucio Cabañas Barrientos y que lo obligara a irse a la sierra y tomar las armas hace 53 años, para el inicio de un movimiento guerrillero en el año  de 1967, tuvo su origen en una movilización de padres de familia y maestros de la escuela primaria estatal “Juan N. Álvarez”, que comenzó el 23 de abril de 1967, por la inconformidad en contra de la Directora de la que exigían al Gobierno del estado su inmediato cese, debido a una serie de irregularidades que cometía, destacando el cobro por inscripción de sus hijos, el requerimiento de una cuota mensual, obligar al alumnado a consumir lo que la citada Directora vendía dentro de la escuela, los sacaba a vender boletos en las calles para funciones de cine con el argumento de que era para beneficio de la escuela.

Ante la nula intervención de las autoridades, los padres de familia tomaron las instalaciones de la escuela; así, el 18 de mayo de 1967, el grupo movilizado de maestros y padres de familia estando reunidos en protesta en la plaza cívica de Atoyac, arribaron elementos de la entonces denominada policía judicial exigiendo al orador con palabras altisonantes y culatazos que se callara; un padre de familia encaró a los policías bajo el argumento de que ejercían su derecho a reunirse y protestar, lo que provocó que los policías accionaran sus armas de fuego en contra de los ahí presentes lo que ocasionó la masacre de varios padres de familia, incluso de una mujer que cursaba con un embarazo de ocho meses y un menor de edad, hiriendo también a varios manifestantes; se manejan cifras que oscilan entre nueve muertos y 25 heridos.[1]*

Este sangriento hecho fue el detonante para que el profesor Lucio Cabañas Barrientos, ahí presente y para poder salvar la vida, se remontara a la sierra a retomar ahora la lucha armada, así constituyó el Partido de los Pobres y la “Brigada Campesina de Ajusticiamiento del Partido de los Pobres”, comenzó a combatir al Ejército; entre sus relevantes acciones, en mayo de 1974 secuestró al senador Rubén Figueroa Figueroa, -Gobernador electo- que en septiembre fue liberado por las fuerzas armadas; cabe señalar también como orígenes del problema de esa guerrilla una situación caracterizada por graves circunstancias económicas, alto desempleo, problemas agrarios, delincuencia, así como influencias ideológicas externas, amén de surgir como una respuesta de los activistas ante la política del gobierno en turno, lo cual generó inestabilidad política y social en el país.

Con Lucio Cabañas Barrientos surgió un movimiento guerrillero que como muchos otros en esa época, hicieron uso de actos de violencia y transgredieron las leyes, lo que representó un riesgo para la seguridad pública y a las instituciones del Estado, pero no hay que perder de vista que el Estado brindó una respuesta autoritaria a un problema político, e infinidad de ocasiones realizó acciones fuera del marco jurídico, ocasionado violaciones de lesa humanidad, como las desapariciones forzadas de cientos de personas y ejecuciones extrajudiciales o sumarias.

Por esa reacción arbitraria del Estado a esta etapa de la vida de nuestro país, se le ha dado en llamar la “Guerra sucia de los años 70”, ya que la actuación del Estado Mexicano no se basó en cumplir con sus atribuciones conferidas por el marco jurídico y dentro de los límites de la ley, sino, por el contrario, la regla general fue traspasar esos límites de la legalidad, sin respetar los derechos humanos de los probables responsables de los delitos, con violaciones graves y sistemáticas al debido proceso; con base en ello, no debemos olvidarnos de esa etapa negra de la historia de México, para evitar que se repita.

[1]* Fuente consultada: https://regeneracion.mx/la-matanza-de-atoyac/Gerardo Peláez Ramos

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