Indígenas de la Montaña hacen frente al racismo y la discriminación de Nueva York

Alina Navarrete Fernández/Chilpancingo, Gro.

Migrantes originarios de la Montaña Alta de Guerrero radicados en Nueva York se enfrentan a la discriminación y el racismo, en su lucha por la preservación de sus lenguas y el reconocimiento de su comunidad en Estados Unidos.

Este miércoles se llevó a cabo el panel “Vivencias Indígenas”, en el People’s Forum, como parte de las actividades de la Primera Semana de los Pueblos Originarios Viviendo en Nueva York, organizada por distintas redes de migrantes.

Ahí, Zenaida Cantú, Saúl Quizet Rivera, Elías Hilario y Sergio Solano, originarios de distintas comunidades de Metlatónoc y Malinaltepec, compartieron las situaciones a las que se enfrentan en su búsqueda de mejores condiciones de vida, ante la alta marginación en la que se encuentran sus municipios.

Zenaida Cantú es madre de tres hijos nacidos en Estados Unidos, a quienes les enseñó a hablar Me’Phaa y les inculcó los valores de los pueblos originarios. No obstante, a la mujer se le dificulta comunicarse en inglés y esto le impide también tener un trabajo con un salario digno.

Además, establecerse en Nueva York le costó a Zenaida “muchas pisadas” de su familia debido a que actuó contra el paradigma de la mujer indígena. Ya en Estados Unidos, por “nuestra forma, nuestro físico, todo eso lo sufrimos nosotras como mujeres indígenas, mucha discriminación, mucho racismo, somos esposas que batallamos mucho.”

Sin embargo, Zenaida dijo que no ha dejado su lengua, su comida, ni los principios que aprendió en su comunidad. En ese sentido, pidió a las mujeres indígenas radicadas en Nueva York que no se avergüencen de su origen y transmitan sus costumbres a sus familias.

“No se queden como si tienen esas ganas de salir a hacer cosas, ya que a través de eso pueden, podemos visibilizar que estamos aquí y que no nos vamos, ¿por qué? Porque nos pertenecemos, tenemos el derecho también, como cualquier persona, de estar en este país”, expresó.

Por su parte, Saúl Quizet contó que en Metlatónoc se conserva en un 98 por ciento el Tu’un Savi, “la lengua de la lluvia”, y “la migración, básicamente, siempre ha estado en nuestras vidas. Desde niño, puede mirar que muchos tíos míos se alejaron del pueblo para buscar una mejor vida.”

Dijo que siempre vio con tristeza cómo sus familiares “preferían quedarse en la ciudad y no volver a su comunidad, porque la veían totalmente marginada, la veían olvidada”; estos recuerdos fueron los que lo motivaron a seguir sus pasos, aunque en su camino tuvo que separarse de su propia familia, dejando atrás a sus dos hijos.

Además, expuso que la discriminación no solo se vive en Estados Unidos como migrante indígena, sino también en México.

Cuando vivía en Metlátonoc, por ejemplo, viajaba hacia Tlapa para poder estudiar y veía cómo otros niños indígenas “ocultaban su origen, ocultaban su lengua, ocultaban sus raíces y, creo yo, que las personas que somos originarias no tendríamos que pasar eso.”

Ya en Nueva York, “me tocó ver y mirar cómo una persona de los pueblos originarios terminándose ese sistema que nos han implementado, aquí, en ocasiones, llegamos y por no saber defendernos (…) somos víctimas de discriminación de burla.”

En su búsqueda por generar ingresos, no sólo para él sino también para sus paisanos, Saúl impulsó el proyecto cultural “Ti Toro Miko”, que actualmente cuenta con 34 personas que trabajan en un taller donde reproducen el arte y la gastronomía de sus comunidades. “Gracias a este trabajo tuve la oportunidad de volver a abrazar a mi mamá.”

Para los migrantes guerrerenses, la pandemia ha afectado sus vidas debido a la crisis económica, pero también porque han perdido a sus familiares tanto en México como en Estados Unidos; sin embargo, lo que conservan, junto a su cultura, es la lucha por el reconocimiento de la comunidad indígena en Nueva York.

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