Los enfermos graves de COVID-19 tienen deficiencia de vitamina D

Euclides Avila Chávez es Químico Farmacéutico Biólogo, Maestro en Ciencias Químicas con especialidad en Bioquímica y Doctor en Ciencias por la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente es Investigador en Ciencias Médicas en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán en la CDMX. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores y tutor de maestría y doctorado en Ciencias Biológicas y Biomédicas de la UNAM, docente en la Facultad de Química de la UNAM.

Ciudad de México.

El mes pasado escribí una opinión respecto a las propiedades benéficas que tiene la vitamina D sobre la prevención de diversos tipos de cáncer. Esta vitamina liposoluble tiene otros beneficios para nuestra salud y hoy centraré mi atención en los efectos que tiene sobre nuestro sistema de defensa.

El sistema inmunitario tiene como principal función defender nuestro cuerpo del ataque de agentes causales de infecciones como son bacterias, hongos, virus y parásitos.

Afortunadamente desde que nacemos estamos protegidos con un tipo de inmunidad natural llamada inmunidad innata. Conforme crecemos y nos exponemos a diferentes microbios y enfermedades, vamos mejorando nuestra protección a través de un tipo de inmunidad llamada inmunidad adquirida.

La vitamina D ayuda a nuestro sistema de defensa mejorando los dos tipos de inmunidades, la innata y la adquirida. Esta idea no es nueva pues desde el siglo XIX y antes de la existencia de los antibióticos, los enfermos de tuberculosis eran tratados con aceite de hígado de bacalao (que contiene vitamina D) y con baños de sol (que producen vitamina D). Además, la tuberculosis es más frecuente en personas con piel oscura debido a que la melanina de la piel actúa como un filtro solar evitando la producción adecuada de vitamina D. La tuberculosis era la enfermedad infecciosa que más muertes causaba en el mundo hasta la aparición del COVID-19 en noviembre de 2019.

El COVID-19 es una enfermedad causada por la infección de un virus llamado SARS-CoV-2 que lamentablemente ha causado un gran número de muertos en el mundo. Muchas de las personas infectadas con el virus SARS-CoV-2 no presentan síntomas o solamente presentan síntomas leves. Sin embargo, otras personas enfermas de COVID-19 sufren cuadros severos de la enfermedad debido a la afectación de los pulmones y la falta de oxigenación adecuada. Algunos casos severos de COVID-19 se agravan y mueren debido al daño permanente de los pulmones y otros órganos vitales.

Varios estudios médicos realizados durante los dos últimos años encontraron que la mayoría de los pacientes con formas severas de COVID-19 presentaron deficiencia de vitamina D durante el tiempo que estuvieron hospitalizados e inclusive esas investigaciones demostraron que tal deficiencia ya estaba presente meses antes del contagio por el virus SARS-CoV-2. Estos estudios nos dicen que el COVID-19 grave es más común en personas deficientes en vitamina D. El COVID-19 severo y la deficiencia de la vitamina D son más frecuentes en personas de edad avanzada, de sexo masculino y con obesidad.

La deficiencia de vitamina D se determina evaluando la concentración en la sangre de una sustancia derivada de la vitamina D llamada 25-hidroxivitamina D. Una persona es deficiente en vitamina D cuando presenta concentraciones de 25-hidroxivitamina D menores a 20 ng/mL, mientras que si tiene entre 30 y 40 ng/mL de esta sustancia en la sangre se considera que tiene un estado adecuado de vitamina D.

Para fortuna nuestra, la vacunación masiva contra el SARS-CoV-2 ha resultado en la disminución de la mortalidad y de los ingresos hospitalarios. Conviene recalcar que tener niveles adecuados de vitamina D nos protege en cierta medida contra las dos enfermedades infecciosas que más muertos causan en nuestros días: el COVID-19 y la tuberculosis. La vitamina D también nos protege de otras enfermedades respiratorias como la influenza. En una próxima opinión trataré otros efectos benéficos de la vitamina D en nuestro organismo.

Dr. Euclides Avila Chávez,
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, CDMX.
euclides.avilac@incmnsz.mx

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