Mangostán, la fruta que ayuda a mejorar la respuesta al tratamiento contra el cáncer de mama

Janice García Quiroz es Química Farmacéutica Bióloga, Maestra y Doctora en Ciencias con especialidad en Farmacología por el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del I.P.N. Actualmente es Investigadora en Ciencias Médicas en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán en la CDMX donde dirige proyectos de investigación enfocados en el estudio de nuevos agentes para el tratamiento y prevención del cáncer de mama y cáncer cervicouterino. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores y tutor de maestría y doctorado en Ciencias Biológicas de la UNAM. Contacto: janicegarciaq@gmail.com

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El cáncer de mama es la neoplasia maligna más frecuente y representa la primera causa de muerte por cáncer tanto en México como en el mundo. El tratamiento del cáncer de mama cada vez se personaliza más con base en las características particulares del tumor, logrando un mejor resultado y menos efectos secundarios. Sin embargo, hay pacientes que no se benefician de una terapia dirigida o bien desarrollan resistencia al tratamiento, por lo que cuentan con pocas opciones terapéuticas disponibles para el manejo de la enfermedad, entre las que se incluye la quimioterapia.

Si bien la quimioterapia ha sido utilizada como el tratamiento de elección por muchos años, esta ofrece beneficios limitados a las pacientes debido a sus efectos secundarios no deseados. Por ello, uno de los enfoques principales en la investigación contra el cáncer se dirige a la combinación de la quimioterapia con compuestos de origen natural, ya que pueden ayudar a reducir su toxicidad, mejorar su eficacia y disminuir la resistencia generada.

Al respecto, muchas plantas han mostrado tener un efecto anti-cancerígeno, como en el caso del mangostán (Garcinia mangostana Linn), un árbol tropical endémico del sureste asiático, que se importó en el 2009 a nuestro país para su cultivo. Las hojas, corteza y fruta del mangostán han sido usadas como medicina tradicional por cientos de años en forma de tés o ungüento para el tratamiento de diversas enfermedades incluyendo las del tracto respiratorio, genito-urinario, gastro-intestinal, y de la piel.

Estos efectos benéficos del mangostán se atribuyen a compuestos de naturaleza fenólica conocidos como xantonas. La xantona más abundante en la fruta del mangostán es la α-mangostina, la cual puede impedir el crecimiento de diversos tipos de tumores, incluidos los de mama. En particular, nuestro grupo de investigación determinó que la α-mangostina actúa contra las células de cáncer de mama y que al combinarla con el agente quimioterapéutico 5-fluorouracilo el efecto es mayor, permitiendo usar menos medicamento y por consiguiente, disminuyendo sus efectos secundarios.

De manera similar, otros grupos de investigación han observado que la combinación del quimioterapéutico doxorrubicina con derivados del mangostán promueve mejores efectos anticancerígenos. Estos hallazgos son muy prometedores ya que pueden ayudar a conceptualizar nuevos esquemas de tratamiento menos tóxicos y más accesibles para las pacientes con cáncer de mama.

Por lo tanto, la α-mangostina puede ser una excelente opción natural para ayudar a que la quimioterapia funcione mejor; no obstante, aún es necesario desarrollar mayor número de estudios para conocer a fondo sus propiedades, por lo que debemos de ser cautos en su uso.

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