Campesinos en la Montaña buscan regresar la «época de oro» en cultivos de arroz que perdieron con el TLC

Alina Navarrete Fernández/Huamuxtitlán, Gro.

Campesinos de Huamuxtitlán y Alpoyeca se unieron para recuperar la producción de arroz Morelos en la Montaña, sin embargo para que la región logre despuntar nuevamente se requiere de un molino cuyo costo asciende a 40 millones de pesos que podría reducirse hasta el 50%.

Aunque el vecino estado de Morelos tiene la denominación de origen del arroz homónimo, los productores de Guerrero han logrado una calidad incomparable merecedora de reconocimientos a nivel nacional, a decir de los campesinos, debido al proceso natural –casi libre de fertilizantes– con el que siembran y cosechan el grano.

Durante la década de los 60’s, antes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), hubo una “época de oro” en la que la producción de arroz sostenía a las familias de la Montaña, así lo recuerda Anselmo Ramírez Rendón a sus 98 años de edad.

“Antes del tratado había una producción muy grande, pero con el tratado se acabaron los molinos, ya no podían vender (…) Ahorita estamos en la vil desgracia, antes había mucha gente (en las parcelas), hasta las mujeres iban al campo, los sábados había mucho dinero”, contó Anselmo en entrevista en las ruinas del molino de Huamuxtitlán.

En ese lugar, los campesinos junto con sus asesores Alondra Sánchez Pérez y Manuel Alejandro Álvarez Ramos, del Programa de Producción para el Bienestar, se reunieron con el alcalde de Huamuxtitlán, Aurelio Méndez Rosales, y el empresario Hermilio Muñiz Nava, quienes se comprometieron a gestionar recursos para la compra del molino y a donar por lo menos una hectárea de terreno para su instalación, respectivamente.

Junto con el TLCAN llegaron las estafas, en sus últimos intentos por producir y obtener ganancias con la venta de arroz los campesinos entregaron sus cosechas a molinos que prometieron pagarles pero nunca lo hicieron, como el Molino Covadonga de Puebla, de esa manera Servando Juárez Sánchez perdió dos producciones.

Con 78 años de edad, la mayoría dedicados al campo, Servando recuerda que en los mejores tiempos llegó a producir desde 18 hasta 20 toneladas de arroz Morelos, las cuales se redujeron a 15; sus ganancias eran apenas de 3.50 pesos por kilo que se traducen en 3,500 pesos la tonelada.

De acuerdo con la Planeación Agrícola Nacional 2017-2030, elaborada por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA), Guerrero es la Séptima Región Potencial por ser un área históricamente productora de arroz, con un nivel alto de potencial productivo; además, es la Sexta Región Estratégica del país donde se implementaría la estrategia “Maximizar”.

Con “Maximizar” el Gobierno Federal pretende elaborar proyectos de agricultura por contrato entre las industrias y los productores a nivel nacional para asegurar la comercialización, implementar proyectos de captación de agua y otras once acciones, pero a la fecha se desconocen los resultados.

La misma SAGARPA establece que Guerrero cuenta con insumos agrícolas (fertilizantes, agroquímicos y semillas) para la producción de arroz y dos comercializadoras; en contraste, carece de maquinaria y equipo, industria, exportadoras y áreas naturales protegidas.

Sembrar para mantener la tradición

La temporada de lluvias entre mayo y junio es referente para iniciar la siembra de arroz, los plantíos se sumergen durante tres meses en “agua sucia” del río Tlapaneco que llega mediante canales construidos por los campesinos, quienes llaman así al agua por ser visualmente negra pero en realidad por la tierra que arrastra pero en realidad está llena de nutrientes naturales de La Cañada.

Es por eso que los campesinos no utilizan fertilizantes, cuando lo hacen ocupan pocas cantidades de urea o potasio. Luego del periodo de riego inicia “el castigo”, en el que no se vuelven a regar los sembradíos de manera que absorban toda la riqueza de la tierra. Finalmente, la cosecha inicia a mediados de octubre y termina los primeros días de noviembre.

Salvador Ramírez García, quien este año sembró dos hectáreas de arroz con el proceso tradicional para mantener el producto orgánico, dijo que “la gente se está alejando del campo porque no hay muchas ganancias”.

Los campesinos se organizaron para comprar una trilladora, en parte para facilitar la cosecha pero también porque no hay personas que trabajen. “Para cosechar una hectárea necesitamos unas cinco o seis personas, en mi caso tengo nada más una persona trabajando, no hay personas para trabajar; entonces la migración nos afecta mucho a nosotros”, expresó Salvador.

El arroz que se cosecha se vende al Molino Buenavista ubicado en Cuautla, Morelos, es el más cercano a la región y paga a 7 pesos el kilo a los productores, que una vez industrializado aumenta desde 26 hasta 60 pesos. Debido a que el flete cuesta hasta 600 pesos por tonelada, las ganancias de los campesinos son mínimas, es por esto que se requiere de inversión y apoyo de las autoridades.

De acuerdo con el técnico agroecológico Manuel Alejandro Álvarez, en Huamuxtitlán y Apoyeco unos 90 campesinos producen 700 toneladas de arroz palay (es decir, con cáscara) en 110 hectáreas, pero “sabemos que tenemos el potencial de llegar hasta 2 mil toneladas en un solo ciclo y pueden incrementar hasta 300 hectáreas”.

Finalmente, explicó que con la inversión de los productores, las autoridades municipales, estatales y federales podrían adquirir un molino por 20 millones de pesos. Ante la inflación que llevó al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, a llamar a mantener las siembras en el país, Manuel pidió que se motive a los campesinos con recursos.

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