La salud sexual y su relevancia para todas las personas

Loraine Ledón Llanes es Licenciada en Psicología por la Universidad de La Habana (UH), Maestra en Género, Sexualidad y Salud Reproductiva por la Universidad Peruana Cayetano Heredia, y Doctora en Ciencias por la UH. Es Investigadora adjunta al Departamento de Biología de la Reproducción del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ) en la Ciudad de México, donde desarrolla proyectos de investigación relacionados con la salud sexual y reproductiva de poblaciones con diferentes enfermedades crónicas, desde un enfoque biopsicosocial y de género. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y tutora de tesis de la especialidad de Biología de la Reproducción en el INCMNSZ.

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El término “salud sexual” en la actualidad puede resultar relativamente conocido, y ello se debe a que ha recibido una mayor divulgación a nivel poblacional en los últimos años. Sin embargo, su origen oficial data de 1974, cuando un grupo de expertas y expertos en sexualidad humana, tras ser convocados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), elaboró un informe técnico sobre la formación de los profesionales de la salud en materia de educación y tratamiento en esta esfera.

Ya desde esta etapa se definió el término con base a la integración de aspectos biológicos, psicológicos y sociales, y se planteó la relevancia para la salud sexual de conceptos como el placer, los derechos humanos, y su papel en el desarrollo de la personalidad y de la sociedad.

Dos décadas después, en 1994, la salud sexual se incluyó en la definición de salud reproductiva en el informe de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD). La salud reproductiva se definió como un estado general de bienestar relacionado con el sistema reproductivo y sus funciones y procesos, e integró como aspectos fundamentales el disfrute de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos, la capacidad para reproducirse, la libertad para decidir cuándo y cómo hacerlo, el acceso a métodos de planificación familiar seguros y efectivos, y a servicios de salud apropiados que permitan el desarrollo seguro del embarazo, del parto, y la mayor oportunidad de tener hijos saludables. Con esta definición se ratificó a la salud reproductiva como un fundamento importante para el desarrollo de la vida y de las relaciones entre las personas.

La primera década del siglo XXI fue determinante en el avance de la comprensión de la sexualidad humana, así como en el reconocimiento de los efectos negativos de las afecciones de la salud sexual y reproductiva en la salud integral. Se hizo evidente además, la insuficiente calidad de la atención a esta área tanto para las mujeres como para los hombres a nivel global. Por ello, la promoción de la salud sexual se estableció como estrategia fundamental, no solo para prevenir sus afecciones, sino en especial para disminuir las vulnerabilidades psicosociales y para favorecer el desarrollo de las poblaciones y grupos humanos.

Pero, ¿cómo se define en la actualidad a la salud sexual? La OMS la conceptualiza como un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad, y no solamente como la ausencia de enfermedad, disfunción o malestar, y ratifica que la salud sexual requiere de un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad, de la garantía de las condiciones para su expresión libre y con base al consentimiento, y de la protección de los derechos sexuales.

Los conceptos de “salud sexual” y “salud reproductiva”, cuya relación es estrecha aunque tienen relativa autonomía, han evolucionado con el paso del tiempo. En la actualidad se considera a la salud sexual como un concepto “sombrilla” que incluye a la salud reproductiva, con lo cual estamos de acuerdo. No obstante, nuestra experiencia de trabajo nos ha evidenciado que para algunas poblaciones puede resultar más esclarecedor cuando se utiliza el término “salud sexual y reproductiva”, razón por la cual recurrimos a dicho término integrado en el campo de la investigación y en la difusión de información. 

Son múltiples las áreas que incluye la salud sexual y reproductiva. Dentro de ellas se encuentran la infección por el VIH y otras infecciones de transmisión sexual (ITS), la función sexual, la planificación familiar, el embarazo, parto y puerperio, la salud materno-infantil, la infertilidad, el aborto, la violencia de género, entre otras. Los servicios de salud pueden realizar acciones variadas para favorecer la salud sexual y reproductiva de las poblaciones, entre ellas, la promoción y prevención en salud, el diagnóstico precoz y oportuno, y la restauración y rehabilitación.

La salud sexual y reproductiva es importante para las mujeres, para los hombres, para las personas con cualquier identidad sexual y de género, étnica, condición de salud y en cualquier situación socio-económica y etapa de la vida. Es decir, es importante para todas y todos, sin distinción.

El carácter diverso de la salud sexual y reproductiva, y el derecho que tiene toda persona a expresarla de manera libre y responsable, exige que las estrategias para su promoción se orienten a educar con base al conocimiento científico, a eliminar toda forma de discriminación, y a promover la equidad y la justicia social, como pilares fundamentales para el desarrollo humano.

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